Monteagudo-Fernández

La traducción del griego moderno en los siglos XX y XXI1

Miguel Á. Monteagudo Moya & Vicente Fernández González (Universidad de Málaga)

 

Introducción

Las relaciones literarias entre Grecia y España han seguido la convulsa historia contemporánea de ambos países. Las traducciones de literatura griega moderna publicadas en Barcelona, Madrid o Valencia en las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX;2 las relaciones entre intelectuales de ambos países (Casinis 1981, Casantsakis 1984 y Mougoyanni 1998)3 como las protagonizadas por Unamuno (Metzidakis 1989), Juan Ramón Jiménez, Rosa Chacel, Concha de Albornoz, Costís Palamás, Nicos Casantsakis,4 Pandelís Prevelakis –temprano traductor de los poetas españoles del 27– y Lilica Nacu, por ejemplo; la labor de personas como Nicolás Percas, seguidor de la actualidad literaria griega en los años veinte en La Gaceta Literaria, habrían encontrado un terreno más fértil y habrían florecido si tanto Grecia como España no se hubieran precipitado cada cual a su modo por el túnel de la historia para no salir definitivamente de él hasta mediada la década de los 70 del siglo XX.

El número de obras procedentes de la literatura griega moderna y contemporánea traducidas a las diferentes lenguas del Estado (principalmente castellano y catalán) y editadas en España durante los últimos setenta años se aproxima a 500 (unas 120 de las cuales en catalán). Si hablamos de ediciones, es decir, si sumamos a las primeras ediciones, las reimpresiones, las sucesivas ediciones (corregidas o no) y las ediciones tipo club, nos encontramos con casi 650 registros.

A estos títulos habría que añadir algunas decenas de libros editados en América Latina (Argentina, aunque también Chile y México) que han tenido cierta circulación en España, o que pueden encontrarse en las bibliotecas –principalmente universitarias– españolas, para tener una imagen de la literatura griega difundida en España.

Podríamos añadir varias decenas de registros si buscáramos la presencia de la literatura griega moderna y contemporánea en las revistas literarias y culturales españolas de cierta relevancia.

De las aproximadamente 650 ediciones mencionadas, un 21 % corresponde a la obra de C. P. Cavafis, es decir uno de cada cinco libros de literatura griega contemporánea publicados en España desde 1962 es del poeta alejandrino.5 Se trata de un fenómeno singular en la recepción de poesía extranjera en un espacio literario. Editoriales grandes, pequeñas y medianas. Editores y traductores de todas las generaciones. Ediciones canónicas, ilustradas, bilingües y monolingües castellanas y catalanas, gallegas, asturianas y vascas.

El introductor de Cavafis en catalán es una importante figura de las letras catalanas, Carles Riba, poeta y helenista, autor de una magna obra traductora. Por lo que se refiere al castellano, si bien son representantes de la generación del medio siglo (José Ángel Valente, Joan Ferraté, Rafael León, Jaime Gil de Biedma) los primeros embajadores de expresión castellana del alejandrino en España, puede perfectamente completarse la metáfora diciendo que los introductores de embajadores fueron dos poetas de la generación del 27, Luis Cernuda y Vicente Aleixandre. Uno con su testimonio desde el exilio americano; el otro con sus discretos cuidados y consejos desde Madrid.6

El otro gran escritor griego de referencia en cuanto al alcance de su difusión pertenece al campo de la narrativa. Con casi setenta libros, Petros Márcaris se ha convertido en todo un superventas, aupado por el boom de la novela negra europea y la atención mediática que Grecia recibe durante los años más duros de la crisis financiera que comienza en 2010. Su Trilogía de la crisis, que corre en paralelo a los acontecimientos históricos, resulta de máxima actualidad y la presencia del escritor en los medios de comunicación españoles es relativamente habitual. Además, Márcaris, formado en Alemania y traductor de algunos de los grandes clásicos alemanes, escribe asiduamente en la prensa de aquel país sobre la crisis griega. Algunos de estos artículos son traducidos al castellano y publicados en el diario El País y finalmente recopilados y publicados, junto con otros inéditos en España, por Tusquets (Barcelona). A las apariciones mediáticas hay que sumar sus participaciones en varios eventos literarios por todo el territorio español.

El tercer escritor griego con mayor representación en España –cerca de cuarenta libros– es Nicos Casantsakis. Un autor introducido en el ámbito hispánico a través de la Argentina, allá por los años 50, en una época en que en ese país florecía la industria editorial en libertad, mientras en España reinaba el oscurantismo. Una gran parte de los textos de Casantsakis publicados en España a partir de los años 70 son traducciones previamente aparecidas en Buenos Aires. No obstante, el primer libro de Casantsakis impreso en España, el libro con el que se inaugura la presencia de la narrativa griega contemporánea en la España de posguerra, es la versión catalana de Joan Sales de Ο Χριστός ξανασταυρώνεται como El Crist de nou crucificat en 1959.7

Cerca de cuarenta ediciones suma también la poesía de Yanis Ritsos en castellano y catalán, con un nuevo auge los últimos años merced a las traducciones de los monólogos por Selma Ancira publicadas por Acantilado (Barcelona). Si a las ediciones de la obra de Cavafis, Márcaris, Casantsakis y Ritsos, sumamos una veintena de ediciones de la poesía de Yorgos Seferis y otra de la de Odiseas Elitis, tenemos prácticamente la mitad de presencia literaria griega en España en estos casi tres cuartos de siglo.

 

Cinco etapas

Para estudiar la evolución de la recepción española de la literatura griega moderna y contemporánea, y atender mejor a la configuración actual de la cuestión, dividimos los dos últimos siglos en cinco etapas.

La primera de ellas comienza en las postrimerías del siglo XIX y concluye antes de nuestra Guerra Civil. La segunda abarca desde las primeras ediciones españolas de la obra de Casantsakis (1959) y de la poesía de Cavafis (1962 en catalán y 1964 en castellano) hasta la muerte de Franco y el comienzo de la Transición (1975).

La tercera etapa, desde 1976 (primera edición de los 154 poemas canónicos de Cavafis) hasta 1992, un año emblemático de la historia española reciente, culminación de la Transición, de la presencia de la nueva España en el mundo (Quinto Centenario, Expo de Sevilla, Juegos Olímpicos de Barcelona, Madrid Capital Cultural de Europa): es la etapa en que se manifiesta el trabajo de una primera generación de neohelenistas y la de la gran explosión del cavafismo hispánico.

La cuarta transcurre desde 1993 hasta 2005, año en que Grecia es el país invitado de honor en la edición madrileña de Liber, la Feria Internacional del Libro; son los años de consolidación de la industria editorial española como una de las más importantes del mundo: el año 2003 se publicaron en España 77.950 libros (14.063 de creación literaria), de los que el 25,8 % fueron traducciones; en estos años los editores españoles empiezan a buscar novedades interesantes procedentes de Grecia en la Feria de Fráncfort.

La última etapa va desde 2006 hasta nuestros días; este periodo viene marcado por la grave crisis financiera internacional que afecta de manera especialmente virulenta a Grecia, primero, y a España, después. Al calor de la atención mediática que recibe la crisis griega, se popularizan las novelas policiacas de Márcaris, convertido en todo un fenómeno superventas. En el sector editorial se acelera el proceso de hiperconcentración en grandes conglomerados (lo que lleva, a su vez, a la aparición de multitud de pequeños sellos independientes), mientras que la llegada del libro electrónico dota de mayor flexibilidad a la oferta editorial.

 

Postrimerías del siglo XIX y principios del XX

La introducción de la literatura griega moderna en España es un proceso lento e inconsistente. Las primeras traducciones aparecen a finales del XIX, gracias a Antoni Rubió i Lluch, gran figura de la Renaixença catalana, que investiga por primera vez de forma metódica e in situ la presencia de los almogávares en la Grecia medieval. Gran defensor de los griegos de Creta, que en ese momento luchaban por conseguir cierta autonomía dentro del Imperio Otomano, establece paralelismos entre la causa griega y la catalanista (Gestí 2015: 26).

Parece generalmente aceptado que esta fue una de las motivaciones que llevan a Rubió a traducir al catalán el Lukís Laras de Dimitrios Vikelas, novela publicada en 18 entregas en la revista literaria Lo Gay Saber entre 1881 y 1882. La novela denunciaba la opresión del pueblo griego, lo que le granjeó cierto éxito en Europa, en un momento en que el movimiento filoheleno tenía su mirada puesta en Grecia. Sin embargo, Rubió rechaza traducir por «antirreligiosa»8 la obra magna de Emanuil Roídis, considerada por Beaton la única novela griega decimonónica que ha conseguido un lugar en el canon europeo: La Papisa Juana. Publicada por primera vez en Atenas en 1866, narra la leyenda medieval de la mujer que llegó a ser elegida papa bajo el nombre de Juan VIII en el siglo IX. Se trata de una novela rupturista y provocadora, que fue censurada por las autoridades eclesiásticas ortodoxas, lo que la catapultó tanto en Grecia –donde la primera edición se agotó rápidamente–, como en el resto de Europa. Antes del cambio de siglo ya circulaban ediciones en francés, inglés, italiano y alemán.9 La española, sin embargo, no vería la luz hasta principios del siglo XX en Valencia, en versión castellana de Mariano Ynyesto y al cuidado de la editorial F. Sempere y Compañía.

En las postrimerías del siglo, en 1893, el sello barcelonés Durán y C.ª Editores publica la antología narrativa Novelas griegas,10 que contiene seis obras traducidas al castellano por Rubió: La expiación de mi madre (de Yorgos Visiinós);11 En casa del oculista y Un recuerdo (de Dimitrios Vikelas); La mujer del ciego Kostas (de Aryirós Eftaliotis); La destrucción de un molino (de Costís Palamás) y El bordado de Anitza (de Yorgos Drosinis). En una «Advertencia preliminar», Rubió denuncia el desconocimiento de la literatura neogriega que hay en España y el tímido «helenismo de segunda mano», instaurado por el Romanticismo, centrado, principalmente en la figura de lord Byron. Por otra parte, es de justicia mencionar que Rubió, aun siendo el único intelectual catalán que conocía la Grecia moderna sobre el terreno, desconocía la lengua griega moderna, lo que le lleva rechazar la traducción de cualquier obra escrita en demótico.

Por lo que toca a la poesía, hasta el cambio de siglo se publican en diarios y revistas literarias de Cataluña varias traducciones catalanas, a través del francés, de poetas griegos. Destacan, principalmente, dos exponentes del Romanticismo: Aristotelis Valaoritis, cuya obra exalta el heroísmo de la Revolución Griega, y Dionisios Solomós, considerado el poeta nacional del joven Estado griego, cuyo poema Himno a la Libertad (Ύμνος εις την Ελευθερία), proporciona la letra al himno nacional. Estas versiones al catalán son obra del también poeta, y traductor ocasional, Francesc Bartrina i d’Aixemús (Gestí 2015: 28).

Ya entrados en el siglo XX, se observa cierta presencia de las letras neogriegas en las páginas de La Gaceta Literaria, una de las revistas fundamentales de la vanguardia española, creada por Ernesto Giménez Caballero. Desde mayo de 1928 hasta junio de 1930 (esto es, de los números 34 al 84), Nicolás Percas, alejandrino afincado en Valencia, publica una serie de artículos con el fin de ofrecer una visión panorámica de la actualidad literaria griega.

No obstante, el interés por las letras neogriegas en nuestro país parece decaer durante la primera mitad del siglo XX, y con él, el volumen de traducciones. Los motivos de dicho declive no parecen estar del todo claros y responden a diversos factores. Por un lado, en el plano extraliterario, debemos apuntar al desvanecimiento definitivo del espíritu romántico europeo, que tenía la vista puesta en Grecia solo puntualmente, a raíz de la sublevación contra la dominación otomana, y la escalada de turbulentos episodios políticos y sociales en todo el continente europeo que darán lugar a los grandes conflictos bélicos de la primera mitad del siglo XX. Por otra parte, en el campo puramente artístico, la eclosión de los movimientos de vanguardia que revolucionan el panorama europeo tarda en llegar a Grecia, donde se observa un desacompasamiento de las tendencias literarias griegas y europeas (si bien el movimiento surrealista cobrará gran importancia, como atestiguan las obras de Nicos Engonópulos, Andreas Embiricos o Nicos Gatsos, por nombrar algunos). Mientras que en Europa está en auge el género narrativo, durante las primeras décadas del siglo XX Grecia no parece alumbrar prosistas de la talla de los decimonónicos –a excepción de Casantsakis, quien cultivará el género de forma muy tardía, a mediados de siglo– que quedan eclipsados por dos «gigantes de la poesía» como son Palamás y Cavafis (Beaton 1994: 98). Además, surgen nuevos intereses (el realismo urbano y la novela ideológica, entre otros) que rompen con la línea de la narrativa de finales del siglo anterior. El propio Miguel de Unamuno –conocedor del panorama literario griego– consideraba que la novela griega del momento no estaba a la altura de la poesía (Metzidakis 1989: 27).

 

La etapa de la Dictadura

El olvido de las letras neogriegas generalizado en Europa durante la primera mitad del siglo XX se alargará un poco más en nuestro país, ocupado en sobreponerse de una cruenta guerra y una dura y miserable postguerra. No se publica ninguna obra de literatura neogriega hasta 1959, año en que se aprueba el Plan Nacional de Estabilización Económica, que marca objetivamente el inicio de una etapa que se caracterizará, entre otras cosas, por el fin de la autarquía y el comienzo del desarrollismo de los años sesenta. Sin embargo, apenas se publican libros de literatura neogriega en España y parece impensable que una editorial española publicara obras como los Cristos de Casantsakis, que, si bien es cierto que circulaban en nuestro país, procedían de las prensas argentinas. Nos referimos a Cristo de nuevo crucificado (Buenos Aires, Carlos Lohlé, 1954), en versión de José Luis Izquierdo Hernández, y La última tentación (Buenos Aires, Sur, 1960), traducida a partir de la versión francesa por Roberto Bixio. Así, hasta 1959 no se publicó una obra de Casantsakis en nuestro país: se trata del mencionado El Crist de nou crucificat, traducido al catalán por Joan Sales.

Desconocedor de la lengua griega moderna –sin ser tampoco docto en la clásica, como él mismo indica en el «Advertiment del traductor» (Sales 1959: 7)–, Sales no es ni un helenista ni un «grecista» como Rubió, sino un intelectual comprometido con su tierra y la lucha contra la dictadura franquista que se exilió a México tras la Guerra Civil. A su vuelta a Cataluña, participa en la reactivación de la edición de libros en catalán, que había estado totalmente prohibida durante los primeros años del régimen y más tarde limitada a la poesía y a reimpresiones de obras de anteguerra.

La elección de la obra del cretense viene avalada por el éxito, no exento de polémica, de la novela en Europa y en América. Los Cristos a Casantsakis le cuestan la excomunión tanto de la Iglesia ortodoxa como de la católica, igual que a Roídis su Papisa casi un siglo atrás. Como hemos indicado, Sales desconocía el griego moderno y tampoco tenía un gran dominio del griego clásico, por lo que se sirvió de cuatro versiones intermedias (inglesa, francesa, italiana y castellana) para poder llevar a cabo la traducción de la obra. Además, contó con el asesoramiento del gran helenista Carles Riba, quien, por unos meses, no llegó a ver publicada la obra.

A pesar del silencio «glacial», salvo contadas excepciones, de los que Sales denomina «òrgans de publicitat» (1963: 9), la novela se agota en repetidas ocasiones, lo que lleva a múltiples reediciones, hasta un total de nueve, entre 1959 y 1980. No es descabellado afirmar, teniendo siempre en cuenta su reducidísimo campo de difusión, que la primera obra neogriega publicada en España después de la Postguerra es todo un éxito.12 Además, si tenemos en cuenta que habrá que esperar hasta 1976, ya iniciada la Transición, para que una editorial española (la barcelonesa Pomaire), publique por primera vez una versión castellana de la obra (la de José Luis Izquierdo), que una novela de esta naturaleza viera la luz en catalán antes del aperturismo de los sesenta es una verdadera hazaña.

En 1960, la editorial Planeta edita la antología Obras selectas de Casantsakis, que consta de cuatro volúmenes e incluye novela, teatro y viajes, pero ninguna de las dos obras mencionadas anteriormente. También durante la década de los sesenta empieza a publicarse la poesía de Cavafis; de nuevo primero en catalán, casi tres años después de la muerte Riba, ilustre autor de la traducción. El volumen, Poemes de Kavafis, revisado por su esposa, la también poeta Clementina Arderiu, con nota preliminar de Joan Triadú e inspiradas ilustraciones de Josep Maria Subirachs, fue publicado por Teide en la primavera de 1962. Dos años más tarde Ángel Caffarena y Rafael León, alentados por Vicente Aleixandre, publican en Málaga Veinticinco poemas de Constantino Cavafis en traducción castellana de E. Vidal y J. Á. Valente.

 

Postrimerías de la Dictadura y años de la Transición

Ya en los últimos años de la Dictadura, en medio del clima contestatario y la decadencia de las dictaduras europeas (la portuguesa, la griega, la española), el público lector español parece interesarse por la obra de Vasilis Vasilicós. Entre 1973 y 1984 aparecen dos ediciones en catalán y otras dos en castellano de Οι φωτογραφίες,13 dos de Ο Μονάρχης14 y dos de Ο Ιατροδικαστής15. En 1977 se reedita en Barcelona (Edhasa) Ζ, versión de Aurora Bernárdez publicada en 1970 en Buenos Aires, con nuevas ediciones en 1987 y 1988. Todos los títulos citados son traducidos del francés. El interés por el autor llega de Francia16 con la noticia de la caída de los coroneles en un momento en que en España crece la oposición a Franco. El interés es político, pero la oportunidad, de oro para editoriales –como la barcelonesa Plaza & Janés– con presencia en el mercado. Después hay que esperar diez años para encontrar de nuevo a Vasilicós en las librerías españolas; en este caso con la Trilogía (Madrid, Ediciones Clásicas, 1998), lejos ya del interés y la oportunidad políticos del momento, traducida del griego en una colección de circulación limitada dirigida principalmente a profesores de griego e iniciados.

La mayor parte de los textos de Odiseas Elitis traducidos en España se publican entre 1979 y 1992, y entre ellos podemos destacar: Elytis: Antología fundamental (Barcelona, Pomaire, 1981), traducida por Miguel Castillo Didier; Antología general (Madrid, Alianza, 1989) y María Nefeli (Madrid, Hiperión, 1990), ambos en versión de José Antonio Moreno Jurado –poeta él mismo y uno de los más prolíficos traductores españoles de poesía griega moderna– y el Axion estí (Valencia, Institució Alfons el Magnànim, 1992) traducido al catalán por Rubén Montañés. Posteriormente hay un destello, tres libros, en 1996: Orientaciones (Guadarrama, Ediciones del Oriente y del Mediterráneo) en versión de Ramón Irigoyen y Camino privado (Granada, Comares) por el mexicano Francisco Torres Córdova, así como la reedición de la Antología general (Madrid, Alianza, 1989) preparada por José Antonio Moreno Jurado en una colección popular de Altaya (Barcelona). Hay que añadir más tarde una selección del Dignum est y otros poemas, obra de Cristián Carandell para Círculo de Lectores en 2008. Los ensayos –y una buena parte de la obra poética– siguen sin traducirse.17 La última buena noticia al respecto es la traducción al catalán de Orientacions, debida a Pau Sabaté (Barcelona, Godall, 2022).

Caso parecido es el del otro premio Nobel de las letras griegas, Yorgos Seferis: su década dorada en España18 es la de los años 80, cuando se publica la versión catalana de Mythistòrima a cargo de Carles Miralles (Barcelona, Quaderns Crema, 1980), a la que le sigue la castellana Mithistórima y otros poemas (Barcelona, Orbis, 1985) por José Alsina y otros, una Poesía completa (Alianza, 1989), al cuidado de Pedro Bádenas de la Peña y Diálogos sobre la poesía y otros ensayos que Moreno Jurado traduce para el sello gijonés Júcar en 1988. Después, apenas un par de libros: Tres poemes secrets (Valencia, Edicions de la Guerra, 1993), a cargo de Jesús Cabezas y Rubén Montañés, y Días: 19251968 (Alianza, 1997) al cuidado de Vicente Fernández González.19 Es verdad que en los años 90 Fondo de Cultura Económica, de México, publica sus ensayos, en versión de Selma Ancira, traductora mexicana radicada en Barcelona, y esa edición circula perfectamente por el circuito comercial español. Habrá que esperar al siglo XXI para ver nuevas ediciones de la poesía de Seferis en España, en castellano –Tres poemas secretos, en traducción de Isabel García Gálvez (Madrid, Abada, 2009), Mythistórima: poesía completa, en versión de S. Ancira y Francisco Segovia (Barcelona, Círculo de Lectores, 2012) y un Seferis íntegro, a cargo de Castillo Didier para la madrileña Tres Puntos en 2018, así como en catalán Diaris de bord (2019) y Quadern d’exercicis i altres poemes (2023), ambos editados por Adesiara (Martorell) en traducción de Joan Frederic Calabuig.

Con Ritsos ocurre lo mismo; una gran parte de lo que se traduce de él (siete libros) se publica entre 1979 y 1992: Antología 19361971 (Barcelona, Plaza & Janés, 1979), traducida por Dimitris Papayeoryíu; Grecidad (Madrid, Alberto Corazón, 1979) al cuidado de Eleni Perdikidi; Repeticiones. 12 poemas para Cavafis (Gijón, GH Editores, 1983) en versión de Luis de Cañigral y La forest d’Arana. Grecitat (Valencia, Cabezas Tanco, 1992), versión catalana una vez más a cargo de Cabezas y Montañés. Después Χάρτινα De papel–, traducida al castellano por Coloma Chamorro y Javier Lentini (Barcelona, Lumen, 1996), y dos libros en catalán: De l’acrita al patriota. Les divuit cançons de la patria amarga, a cargo de Eusebi Ayensa (Madrid, Reial Acadèmia de Bones Lletres de Barcelona–CSIC, 2003) y Testimoniatges (Valencia, Edicions 96, 2004), de nuevo al cuidado de J. Cabezas.

A diferencia de lo ocurrido con las novelas de Vasilicós, cuya edición, dictada por motivos de oportunidad editorial, fue iniciativa de las propias editoriales, en el caso de los tres poetas –Εlitis, Seferis, Ritsos– la iniciativa corresponde principalmente a personas vinculadas a los estudios clásicos y los nacientes por aquellas fechas en España estudios neogriegos, ámbito al que debemos asociar a intelectuales y artistas de Grecia residentes en España, como Eleni Perdikidi y Dimitris Papayeoryíu.

 

Un cambio de tendencia

A partir de 1993 cambia la tendencia observada en el período 1976–1992. La novedad más importante tal vez sea la irrupción –tímida en todo caso; hablamos de cifras muy bajas, diez u once libros al año en un país en el que se editan decenas de miles– de la narrativa actual. Se publican clásicos de los siglos XIX y XX (Emanuil Roídis, Yorgos Visiinós, Grigorios Xenópulos, María Iordanidu, Yorgos Ceotocás, Didó Sotiríu y otros), de maestros contemporáneos consagrados ―como Pavlos Mátesis y Zanasis Valtinós― y también de autores de las últimas promociones que representan diferentes corrientes de la narrativa griega (Dora Yanacopulu, Fílipos Dracondaidís, Ioana Caristiani, Petros Márcaris, Kiriacos Delópulos, Yanis Xanzulis, Alkioni Papadaki, Maira Papazanasopulu, Vasa Solomú–Xanzaki o Andreas Staicos). Algunos escritores llegan a las editoriales españolas pasando por otra lengua; son los casos de Apóstolos Doxiadis y Stratís Haviaras (o Javiarás).

Por primera vez obras de autores griegos contemporáneos distintos de Cavafis y Casantsakis –y Vasilicós, en su momento– son verdaderos éxitos de ventas. La novela de A. Doxiadis Ο θείος Πέτρος και η εικασία του Γκόλντμπαχ, traducida del inglés, conoce dos ediciones en castellano en muy poco tiempo (El tío Petros y la conjetura de Goldbach, Barcelona, Ediciones B, 2000 y 2005, en versión de M.ª Eugenia Ciocchini) y dos en catalán (L’oncle Petros i la conjectura de Goldbach, Ediciones B, 2000 y Barcelona, Suma de Letras, 2002, obra de Jordi Vidal). En los primeros años de la década del 2000, las novelas de P. Márcaris son un verdadero éxito en el mercado español; se suceden las ediciones, en la traducción de Ersi Samará, de Defensa cerrada –una de ellas en el Círculo de Lectores– Noticias de la noche y Suicidio perfecto, su tercera novela protagonizada por el comisario Jaritos. La exitosa presencia de Márcaris en las librerías españolas, en castellano y en catalán, se ha mantenido hasta la actualidad. E igualmente una más que notable presencia en la crónica española del acontecer literario.

Es interesante, para la reflexión, señalar el hecho de que la traducción y publicación de estos libros no guarda vinculación alguna con el campo de los estudios neogriegos. Se trata de apuestas de las editoriales. La traducción de la obra de Doxiadis se hizo de la edición estadounidense del libro; la traducción –del griego, en este caso– de las novelas de Márcaris es obra de Samará, traductora profesional de origen griego afincada en España, que traduce del griego y del inglés para varias editoriales.

Otro rasgo de interés en estos años es la publicación de versiones de obras fundacionales de la literatura griega moderna: literatura bizantina 20 en lengua vulgar, literatura cretense21  y cancionero popular.22 Digna de mención es también la tímida apertura hacia el teatro griego actual entre 1993 y 2005, gracias a la labor de un grupo de neohelenistas de la Universidad de La Laguna, dirigido por Isabel García Gálvez, y a la Asociación Cultural Teatro del Astillero (socio español del Atelier Européen de la Traduction). El grupo contribuyó al conocimiento en España de los fundamentos del teatro griego del siglo XX con un programa de traducciones cuyos primeros frutos fueron El secreto de la condesa Valérena (2001), de Xenópulos, y El retoño (2003), de Pandelís Horn, en versión castellana de Susana Lugo Mirón y Teodora Polychrou, respectivamente. Por su parte, Cristina Mayorga y Alfonso Silván tradujeron obras de Yorgos Dialegmenos (Por la cara, 2004) y Dimitris Dimitriadis (La vuelta al nudo. Olvido, 2005), en el marco de las iniciativas del Atelier Européen de la Traduction y la colección «Dramaturgia Contemporánea» de la Asociación Cultural Teatro del Astillero.

El panorama es muy diferente al del periodo anterior en lo que se refiere a la distribución por géneros de las traducciones. Las versiones poéticas son menos que las de narrativa; un 42 frente a un 46 por ciento. Y eso gracias al notable número de ediciones de la poesía de Cavafis; si no tomáramos estas en consideración, la proporción de ediciones de obras poéticas en este periodo queda muy mermada. Hay, pues, que dejar de referirse al tópico de que sólo se traduce y publica poesía. Hay excepciones, naturalmente, pero en términos generales, la poesía griega contemporánea, al margen del reiteradamente citado caso de Cavafis, se encuentra muy lejos de estar bien representada en las librerías y bibliotecas de España. Ni los poetas de las últimas promociones, ni los poetas de las dos generaciones de posguerra, ni los poetas de la generación del treinta o del periodo de entreguerras, ni los poetas del siglo XIX. Ni Andreas Calvos23 ni Dionisios Solomós.

 

Entre dos crisis

Para poder realizar un análisis certero de lo que se ha traducido y publicado en esta última etapa, es preciso prestar la debida atención a los acontecimientos históricos que han marcado los últimos años. Desde el punto de vista político, es evidente que el hecho más destacable es la gran crisis económica y financiera que estalla a finales de 2008 en Estados Unidos y contagia paulatina y progresivamente a todo el planeta en los años siguientes.

En el caso de Grecia, en 2010 comienza la aplicación de duras medidas de recorte presupuestario como parte del mecanismo de rescate financiero de la Unión Europea, bajo la estrecha observación del triunvirato formado por el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional, conocido como «Troika». Desde el comienzo de la crisis, Grecia vio cómo su PIB caía en picado, a la vez que se disparaba su déficit público. La crisis tiene un devastador impacto en instituciones culturales de carácter público, como el EKEBI (Εθνικό Κέντρο Βιβλίου), el Centro Nacional del Libro, uno de los garantes de la literatura griega en el exterior, gracias a su labor de documentación y promoción y a sus subvenciones a la traducción, que se vio abocado al cierre en 2013.

La situación en España, por su parte, no es mucho mejor: el estallido de la burbuja inmobiliaria, la crisis bancaria internacional, el aumento imparable del desempleo y la aplicación de durísimos recortes por parte del gobierno marcan la actividad editorial en general, y en particular, la edición de literatura neogriega traducida a las lenguas de nuestro país.

En este contexto de grave crisis se producen en el mundo editorial dos fenómenos que merecen ser mencionados: de un lado, la concentración en grandes grupos editoriales y, de otro, la aparición de no pocos sellos independientes, como respuesta al proceso de concentración. No debemos tampoco obviar el auge del libro electrónico, que, como veremos más adelante, tiene también cierta repercusión en la edición de literatura neogriega.

Finalmente, esta etapa marcada por las crisis culmina con la mayor crisis mundial de las últimas décadas: la ocasionada por la pandemia del Covid–19, que puso en jaque a todo el planeta.

En los quince años que median entre Liber 2005 y la pandemia del Covid–19 calculamos que han salido de las prensas españolas 330 ediciones de obras neogriegas traducidas a las diferentes lenguas del Estado, sobre todo castellano y catalán, aunque encontramos también siete ediciones en gallego, tres en euskera y una en asturiano. Esta cifra es sensiblemente superior a las 166 ediciones de la etapa anterior (1993–2005) y está muy por encima de las 136 de la segunda etapa (1976–1992), a pesar de que esta última comprende más años. Si a estas 330 ediciones restamos reediciones y reimpresiones, vemos que el número de obras publicadas se reduce a 250, que vuelve a superar las cifras de edición de las etapas anteriores.

A pesar de que el incremento observado a principios de siglo se confirma en esta última década, el ritmo de publicaciones dista mucho de ser constante y no parece, a simple vista, reflejar los acontecimientos en los días más procelosos de la crisis financiera (que podríamos fijar grosso modo entre 2010 y 2015).

Si atendemos a los géneros, la narrativa se impone claramente a la poesía, como ya sucedió en la etapa anterior. Más de la mitad de las obras editadas (194) pertenecen al primero, mientras que la poesía queda reducida a apenas una tercera parte de la producción (90). La tendencia observada a partir de los años 90 se confirma, aunque se produce un salto cualitativo en la traducción y edición de poesía neogriega en los últimos años.

Por lo que toca al lugar de publicación de las traducciones de literatura griega moderna y contemporánea en España, durante más de medio siglo el panorama reflejaba el mapa editorial español, con algo más de dos tercios de los libros publicados en Madrid y Cataluña. No obstante, a partir de 2005 se observa un cambio de tendencia y mientras que Cataluña sigue en cabeza y concentra más de la mitad de las ediciones, Andalucía se coloca en segundo lugar con casi una quinta parte. Por su parte, Madrid queda relegada a un tercer puesto con apenas un 15 %, casi la mitad que en décadas anteriores.

Esta inversión de los centros de recepción y difusión de la literatura neogriega en España responde a diversos factores de índole tanto económica como política. Por un lado, Cataluña siempre ha sido pionera en la recepción y difusión de las letras neogriegas, más por razones políticas que puramente literarias (Gestí 2016). Además, las políticas institucionales de apoyo a la traducción al catalán, en aras del fortalecimiento del espacio literario catalán y la normalización lingüística, fomentan la traducción de obras literarias extranjeras. Por otra parte, hemos de tener en cuenta que las novelas de Márcaris, tanto en castellano como en catalán, se editan en Barcelona, lo que por sí solo justifica el altísimo porcentaje de ediciones en esta comunidad.Finalmente, la llegada del libro electrónico es uno de los factores que hacen que las publicaciones neogriegas en Andalucía hayan aumentado considerablemente en la última décad: solo el Centro de Estudios Bizantinos, Neogriegos y Chipriotas, con sede en Granada, edita trece títulos, muchos de los cuales ya circulaban en edición impresa, en el marco de su colección «Biblioteca de Autores Clásicos Neogriegos», que cuenta con el apoyo de la Fundación Stavros Niarchos, ahora disponibles en su sitio web.

En cuanto a las lenguas de traducción, el catalán sigue ocupando un lugar muy destacado para la difusión de la literatura neogriega en España. En esta última etapa, más de una cuarta parte de todas las obras se edita en esta lengua, una cifra muy superior al porcentaje global de los libros editados en España en este idioma (en torno a una décima parte). La práctica totalidad es editada por sellos catalanes, a excepción de un par de obras en Baleares y tan solo una en Valencia.

En contraste, las ediciones en las demás lenguas cooficiales se mantienen en niveles residuales. En gallego contamos con dos versiones de la poesía de Cavafis –los Poemas canónicos en versión de Yolanda Vilarchao (Cangas do Morrazo, Rinoceronte, 2007) y la Poesía completa anotada en traducción de Miguel A. Areses Martín (Allariz, Aira, 2022)– y con media docena de obras narrativas, publicadas por la compostelana Hugin e Munin: A asasina de Alexandros Papadiamandis (2013, versión de Susana Losada y Margarita Olivar) y cinco títulos de gran variedad temática, estilística y cronológica, que abarcan desde Visiinós (As consecuencias da vella historia) hasta la Pequena Inglaterra de Caristiani, todos ellos a cargo del mismo traductor, Alfonso Blanco. En euskera únicamente circulan dos novelas –Tigrea kristal atzean (Το καπλάνι της βιτρίνας) de Alki Sei (1991) a cargo de Patxi Zubizarreta y un Zorba de Kazantzakis (2017), al cuidado de Luis Berrizbeitia Agirre a partir de la versión inglesa, ambas en el sello donostiarra Elkar– y una antología de Ritsos al cuidado de Joannes Jauregui (Zarautz, Susa, 2018). Finalmente, en 2013 se edita Los 154 poemes, una edición bilingüe del canon cavafiano traducido al asturiano por Xosé Gago (Oviedo, Saltadera).

Uno de los fenómenos editoriales que marcan los últimos años es, sin duda, la popularización del libro electrónico. Según el estudio Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España 2020, impulsado por la Federación de Gremios de Editores de España y patrocinado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, el porcentaje de lectores frecuentes en formato digital ha pasado del 5,3 % al 30,3 % en una década. Desde el punto de vista de la edición, la irrupción del libro electrónico diversifica aún más la oferta editorial. A los diversos formatos impresos –tapa dura, rústica, bolsillo– se suma ahora la publicación electrónica; de este modo una editorial puede sacar al mercado un mismo título en varios formatos, a menudo simultáneamente. Este es el caso, por ejemplo, de La última tentación, editada por Cátedra, o la versión en euskera del Zorba, por Elkar, por no hablar de las obras de Márcaris, que se publican, tanto en castellano como en catalán, en varios formatos en diversas colecciones impresas y en electrónico. Además, el libro electrónico aumenta la producción de pequeños sellos, que pueden editar una obra únicamente en formato electrónico –como la tinerfeña Intramar, con once de sus quince publicaciones–, con un coste mucho menor que el de una tirada impresa. En cualquier caso, las publicaciones electrónicas de obras neogriegas en estos últimos años se cuentan en torno a las setenta, aproximadamente una quinta parte, una cifra algo más baja, pero en consonancia con los datos sobre soportes de lectura a nivel general.

En lo que va de siglo la tendencia al alza de la narrativa se confirma, mientras que la poesía queda claramente relegada a un segundo puesto, aunque con importantes novedades. Por otro lado, cabe destacar también la aparición de otros géneros, principalmente el teatro y el ensayo, relacionados principalmente con la actividad universitaria y el impacto mediático que tuvo la crisis financiera griega.

En cuanto a los autores, Márcaris se consolida como el superventas griego indiscutible, mientras que Cavafis sigue consagrado como el poeta griego más internacional, pese a que crece la presencia de grandes autores como Casantsakis y Ritsos

En lo referente a los géneros traducidos, cabe señalar que la preponderancia del género narrativo se debe principalmente a la obra de Márcaris, que supone casi el 40 % de los libros del género traducidos y publicados en España entre 2006 y 2021, y casi un 30 % de todas las ediciones de narrativa neogriega publicadas en las lenguas de España desde el año 1959. Nos encontramos ante uno de esos casos en que los acontecimientos políticos favorecen la difusión de una obra literaria, como ya sucedió con Samarakis o Vasilicós durante la Transición. Por otro lado, es indudable que el género negro o policiaco está pasando por un buen momento y la comparación de la denominada «novela negra mediterránea» con la novela negra nórdica es habitual en la prensa nacional. El nombre de Márcaris aparece junto al de otros clásicos de ambas latitudes: Vázquez Montalbán y Camilleri, de un lado, y K. O. Dahl y Mankell, de otro.

Además de Márcaris, se publican sendas obras de otros dos autores del género negro: el clásico Crimen en Colonaki (traducción de Laura Salas; Valencia, El Nadir, 2011) de Yannis Marís, considerado el padre del género policiaco en Grecia; y Crímenes pitagóricos (versión de Julia Osuna; Barcelona, Roca, 2008) del matemático Tefcros Mijailidis, fundador de la Sociedad Griega de Autores de Literatura Policiaca.

Dejando el fenómeno Márcaris a un lado, se observa un salto cualitativo en lo que a los grandes narradores se refiere, como ilustra el caso de Casantsakis, con catorce títulos editados en los últimos años. Por un lado, encontramos algunos hasta ahora inéditos en España, como Lirio y serpiente (Acantilado, 2013), versión de Pedro Olalla; Almas rotas (Mojácar, Ginger Ape Books&Films, 2016), por Mario Domínguez Parra, y la versión catalana de Ασκητική (Ascesi), obra de Montserrat Camps (Martorell, Adesiara). Por otro lado, se editan nuevas traducciones de obras publicadas hace muchos años (a menudo a partir de un tercer idioma) y que no se habían vuelto a editar, como es el caso de La última tentación, cuya única edición castellana publicada en España era la de Bixio, a partir de la versión francesa, a la que se suma la de Carmen Vilela, directamente del griego (Cátedra, 2015). Otro ejemplo digno de mención es Zorba, traducida del francés por Roberto Guibourg hace más de cuarenta años, publicada en 2015 por Acantilado en una nueva traducción directa a cargo de S. Ancira, quien también traduce Cristo nuevamente crucificado para el mismo sello.

Otro caso digno de mención es el de Theodor Kallifatides, escritor emigrado a Suecia en los años 60, que ha escrito la mayor parte de su obra en sueco. Con apenas media docena de libros, Kallifatides es, después de Márcaris, el narrador griego con mayor presencia en la sección de Cultura y los suplementos culturales de los principales diarios españoles (Monteagudo 2022b). Su obra Otra vida por vivir, publicada por Galaxia Gutenberg en 2019 en versión de Ancira, llega a conocer una decena de ediciones.

En cuanto a la poesía, ya hemos indicado que, en líneas generales, queda relegada a un segundo plano en esta última década. Sin embargo, un análisis pormenorizado pone de manifiesto que este género sigue ocupando un lugar muy destacado en la difusión de las letras neogriegas en España. Así, observamos que casi un tercio de los títulos editados en la última etapa corresponden a la poesía. Aunque lejos del porcentaje de la segunda etapa (1976–1992), la poesía dentro del volumen general de ediciones neogriegas continúa siendo muy relevante. Cavafis es, como siempre, el poeta griego mejor representado en España. A las ediciones publicadas desde mediados del siglo XX hay que sumar veintiséis durante la última década, que presentan una gran variedad. De un lado, un opúsculo narrativo: el relato A la luz del día, vertido al castellano por P.  Bádenas de la Peña, se publica en edición bilingüe por La Dragona (Málaga) en 2007; mientras que E. Ayensa hace lo propio al catalán con A la llum del dia (Salt, Reremús, 2020). De otro, las antologías, que resultan muy interesantes, pues las hay de todo tipo: desde la reedición en Alianza de la Antología poética, traducida por Bádenas de la Peña, hasta una antología bilingüe a cargo de Sonia Ilínskaia y Alfonso Silván Rodríguez, pasando por el proyecto  Málaga Cavafis Barcelona (Fundación Málaga, 2013), a cargo de Vicente Fernández González, que rinde tributo a los primeros traductores del poeta alejandrino y agrupa las traducciones castellanas y catalanas más tempranas, junto con otras más modernas. Digna de mención es la Poesía completa (Valencia, Pre–Textos, 2015) en nueva traducción a cargo del poeta y helenista Juan Manuel Macías, ganador del Premio de la Sociedad Griega de Traductores de Literatura por la traducción de la obra de María Poliduri Οι τρίλλιες που σβήνουν (Los trinos que se extinguen), publicada por Vaso Roto (Madrid) en 2013. Cabe destacar también la primera edición, ya mencionada, del canon cavafiano en lengua asturiana por Xosé Gago, quien ya había publicado Veinticinco poemes en 1989 (Oviedo, Alvizaoras). En cuanto al gallego, destacan las dos versiones igualmente mencionadas –de Yolanda Vilarchao y Miguel A. Areses Martín– de la poesía del alejandrino. En esta última etapa aparecen también dos originales antologías ilustradas a cargo de Carlos Sanrune, que recogen los poemas más marcadamente homoeróticos del alejandrino: Vuelve y tómame en la noche (Barcelona, In–Verso, 2013) y El amor por los muchachos (Madrid, Amistades Particulares/Libros Libres, 2016). Finalmente, merece la pena nombrar Días finales en Grecia (Pre–Textos, 2019), que reúne, en edición de Alejandro Duque Amusco, las traducciones inéditas de diecisiete poemas cavafianos de mano del legendario Gustavo Durán, quien pasó la etapa final de su vida en Grecia.

En cualquier caso, la novedad de esta cuarta etapa lleva el nombre de Yannis Ritsos. Encontramos hasta veintidós ediciones del poeta, lo que supone casi el doble de todos los títulos publicados en España hasta 2005. A excepción de algunas nuevas traducciones –como el caso de Testimonios o Helenidad– o versiones de obras que ya circularon en otro idioma (por ejemplo, Repeticions, editada en castellano durante la década de los 80), la inmensa mayoría corresponde a obras hasta el momento inéditas en España. Todo ello, sumado a la publicación por primera vez de su poesía en euskera –Yannis Ritsos antologia (Susa, 2018)–, parece indicar que, al fin, va ocupando el lugar que se merece en el circuito literario español.

En cuanto a las poetas, se traducen por primera vez obras de algunos nombres consagrados en Grecia, como María Poliduri, Kikí Dimulá, Olga Votsi y la también narradora Ersi Sotiropulu. Como mero apunte señalamos la presencia de cinco mujeres frente a once hombres, esto es, casi un tercio del total.

En cuanto al teatro, en los primeros años del siglo XXI vemos fructificar los esfuerzos por su difusión en España con la publicación de varias obras dramáticas de autores de diversas épocas y escuelas, desde clásicos como Horn y Xenópulos hasta contemporáneos como Dialegmenos y Dimitriadis. El interés por el teatro neogriego parece recuperarse a juzgar por tres libros publicados durante el último lustro: el volumen Teatro griego contemporáneo (Madrid, Antígona, 2018), interesante antología que recoge obras de seis dramaturgos actuales: Alexandra K*, Jarálambos Yanu, Yanis Calabrianós, Andreas Flurakis, Lena Kitsopulu y Yanis Mavritsakis, en traducción de Cristina Mayorga, Alberto Conejero y Kyriaki Cristoforidi, con un prólogo del dramaturgo y guionista Ignacio del Moral, y dos obras de Yorgos Maniotis en traducción de Pilar Zapata Bosch, El partido (Madrid, Irreverentes, 2018) y Vacaciones en Uranópoli (Madrid, Guillermo Escolar–Asociación Cultural Hispano–Helénica, 2022).

Finalmente, al calor de la atención mediática suscitada por la crisis financiera, se publican en esta última etapa algunas obras pertenecientes al género ensayístico. A los mencionados artículos periodísticos de Márcaris hemos de sumar la obra, traducida por V. Fernández González, La desgracia de ser griego (Anagrama, 2012) del periodista y escritor Nicos Dimu, una de las voces más críticas del panorama griego actual, y Economía sin corbata (Barcelona, Destino, 2015), versión de Maria Andriá –que aparece simultáneamente en catalán (Economia sense corbata, Barcelona, Fanbooks), obra de Antoni Balcells–, del exministro de finanzas Yanis Varufakis, convertido en un icono pop en media Europa. Si bien la circulación de estas obras no es comparable a las de otros géneros, es indicativo del interés que Grecia despierta durante los años de la crisis el hecho de que detrás de cada una de ellas se encuentre una gran editorial: Tusquets, como siempre, en el caso de Márcaris; Anagrama, en el de Dimu; y el grupo Planeta, que edita las dos versiones de Varufakis. También llegan obras de autores menos conocidos, como El horror de una parodia de Mijaíl Savvas, en traducción de Mario Domínguez Parra, a través de la extremeña La Moderna–Librería Digital en 2019. En cualquier caso, en retrospectiva, es evidente que la inusitada atención mediática que recibe Grecia por causa de la crisis no ha tenido un gran impacto en la presencia de la literatura neogriega en España.

También es interesante abordar la cuestión de los agentes que se ven implicados en la traducción y distribución de las traducciones. El sociólogo francés Pierre Bourdieu (2002) define la circulación trasnacional de una obra literaria como un proceso complejo en cuyo seno se producen operaciones sociales por parte de diferentes agentes a menudo motivados por factores extraliterarios: traductores y traductoras, los diversos cargos dentro de las editoriales, representantes literarios, etc. En el caso de la literatura neogriega en España se observa una evolución del perfil de dichos agentes como resultado de las transformaciones que marcan el mercado económico mundial y, más específicamente, el campo académico, cultural y editorial en nuestro país. Por un lado, surge un gran número de nuevos sellos editoriales en pos de la diversificación de la edición a nivel internacional y como respuesta, en cierto modo, a la concentración editorial. Por otro, cada vez hay más traductores y traductoras profesionales que reciben formación específica en traducción en las diferentes universidades españolas.

Como se ha mencionado más arriba, en las últimas décadas asistimos a la (re)aparición de traducciones de importantes obras de Casantsakis en sellos de prestigio, como Cátedra y Acantilado, lo que sin duda es una gran aportación para lo que Pascale Casanova (2001) denomina la «consagración» de la literatura neogriega en el campo literario español. Cátedra, además, publica en 2013 una nueva traducción de Ciudades a la deriva, de Stratís Tsircas,24 más de tres décadas después de la aparición en Argentina de la versión de Castillo Didier, hasta entonces la única en castellano.

El caso de Acantilado tiene especial relevancia; a pesar de ser independiente, la editorial catalana ha adquirido un notable prestigio en los últimos años y su producción actualmente poco tiene que envidiar a la de los grandes grupos editoriales. En lo que respecta a las letras neogriegas, publica nada menos que ocho libros de Ritsos –como hemos dicho, hasta ahora infrarrepresentado en nuestro país– y tres de Casantsakis –la primera traducción al castellano de Lirio y serpiente y nuevas traducciones de Zorba y Cristo nuevamente crucificado– lo que supone una fuerte apuesta por los clásicos neogriegos.

No obstante, a partir del cambio de siglo comienzan a aparecer cada vez más editoriales independientes, a menudo alejadas de los centros tradicionales (Barcelona y Madrid), que vienen a diversificar la oferta editorial. Muchos de los títulos de literatura griega moderna y contemporánea que aparecen en nuestro país en la última década salen de estos sellos. Por nombrar solo unos ejemplos, Ginger Ape Books&Films (Mojácar) edita Almas rotas de Casantsakis, Point de Lunettes (Sevilla) lanza la colección «Romiosyne», Hoja de Lata (Gijón) edita a Vasilicós y a Costas Mavrudís, Periférica (Cáceres) una nueva versión de La asesina de Papadiamandis…

En cuanto al perfil de los traductores y las traductoras de literatura neogriega a las lenguas de España, la evolución es patente: de uno puramente académico (no necesariamente universitario) a otro más profesional, donde el griego constituye una lengua de trabajo más. A partir del siglo XXI esta transición se confirma, aunque los traductores y las traductoras editoriales «monoprofesionales» siguen siendo minoría (Monteagudo 2022b) y gran parte de las traducciones de literatura neogriega que se publican en España son obra de personas que combinan su faceta traductora con otra profesión, a menudo relacionada con la docencia o las humanidades.

Algunos miembros destacados de estas nuevas generaciones con una sólida formación universitaria en el campo de la traducción son egresados de la Universidad de Málaga. Es el caso de Julia Osuna, con una dilatada carrera profesional y decenas de títulos traducidos del inglés, del francés y del griego, 25 y de Antonio Vallejo, quien, además, recibió una beca de la Fundación Costas y Eleni Ouranis para participar en un programa de formación de traductores de literatura griega en Atenas. También pertenece a este grupo Laura Salas, quien, aparte de traducir del francés y del inglés, se ha ocupado de autores tan variados como A. Papadiamandis, Yanis Marís, Margarita Liberaki o Calia Papadaki, y Mercè Guitart, traductora al catalán y al castellano de obras de Amanda Mijalopulu y Mara Meimaridi, entre otros. Esta nueva generación de especialistas en la traducción de literatura neogriega parece estar, de momento, mucho más ligada al mundo de la traducción profesional que las precedentes.

En cuanto a los traductores en lengua catalana, vemos que el perfil es diferente: persona de mediana edad, con estudios de filología clásica y carrera docente (ya sea en secundaria o en la universidad). Tal es el caso del tándem formado por Joaquim Gestí y la desaparecida Montserrat Franquesa, que firman un tercio de las traducciones al catalán (casi todas de obras de Márcaris) publicadas en la cuarta etapa de nuestro estudio. Por otro lado, la Associació Catalana de Neohel·lenistes, actualmente encabezada por Jaume Almirall y Rubén Montañés, reúne a la mayor parte de los traductores catalanes, como los mencionados Franquesa y Gestí, Antoni Góngora o Eusebi Ayensa. El caso de Ayensa es digno de mención, porque, además de ser el traductor de seis obras de Cavafis y Ritsos publicadas en catalán durante este periodo, fue director del Instituto Cervantes de Atenas entre 2007 y 2012. Por último, en todo caso, dos jóvenes traductores, Pau Sabaté –ya mencionado, traductor de Homero y de Elitis– y Raül Garrigasait –traductor de una Assassina de Papadiamandis (Adesiara, 2009)–26 que, además de ser de los pocos traductores al catalán que apenas han cumplido los cuarenta, es el actual presidente de la Casa dels Clàssics, de la Col·lecció Bernat Metge, el gran referente de las letras clásicas en catalán.

Por último, parece interesante destacar la presencia de traducciones colectivas de literatura griega moderna y contemporánea, una rara avis en el mercado editorial, debido principalmente a su elevado coste. Así, además de la veintena de obras del tándem Franquesa–Gestí, contamos con varias antologías a cargo de más de un traductor y la mencionada trilogía de Tsircas, traducción grupal a ocho manos. La traducción colectiva en sus diversas variantes27 parece ser, además, un excelente recurso formativo que, más allá del proceso, puede dar magníficos resultados, como prueba la antología de relatos Adicción a la nicotina y otras obsesiones: 18 relatos griegos (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2004) o la novela de Ersi Sotiropulu Zigzag entre naranjos amargos (Madrid, 451 Editores, 2008), cuyo origen se encuentra en una serie de talleres literarios organizados por el Ekemel (Centro Europeo de Traducción de Literatura y Ciencias Humanas) y el Departamento de Traducción e Interpretación de la Universidad de Málaga durante varios veranos a principios de los dos mil.

 

Recapitulación

Este pequeño periplo por la traducción y la edición de la literatura griega moderna y contemporánea traducida a las lenguas de España muestra una clara progresión tanto en términos cuantitativos como cualitativos. Al incremento sostenido de las publicaciones, que se suceden con mayor celeridad en torno al cambio de siglo y se mantiene hasta nuestros días, se suma la diversificación de obras y estilos que se traducen: más allá de las obras de autores consagrados, como Cavafis, Seferis o Casantsakis, o las obras símbolo de contenido político y social que despertaron el interés del público lector español en los años de la transición, de las prensas españolas salen cada vez más títulos de todos los géneros28 que abordan una amplia variedad de temas abordados desde la multiplicidad de miradas de los escritores y escritoras en lengua griega de todas las generaciones. Paralelamente, este aumento coincide con una mayor presencia de traducciones directas del griego, en lugar de las traducciones mediadas (por lo general, a partir del francés), que habían sido habituales durante la segunda mitad del siglo XX.

Por otro lado, la publicación de narrativa y poesía neogriegas por parte de prestigiosos sellos como Cátedra y Acantilado, que constituyen instancias de legitimación literaria, es un signo esperanzador de la progresión de la difusión y recepción de las letras neogriegas en España.

 

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  1. Este texto se basa en los trabajos de Fernández González y García Ramírez (2007) y Monteagudo (2022a y 2022b).
  2. Por ejemplo: Emanuil Roídis, La Papisa Juana (Η Πάπισσα Ιωάννα, trad. de Mariano Ynyesto, Valencia, F. Sempere y Compañía, s. a.); Dimitrios Vikelas, Loúkis Láras (Λουκής Λάρας, trad. catalana de Antoni Rubió i Lluch, Barcelona, Biblioteca Popular L’Avenç, 1882); Dimitrios Vikelas (Bikelas), La hermana fea (Άσχημη αδελφή, trad. y prólogo de Ángel Guerra, Madrid, Biblioteca Patria (1917?).
  3. Véase también la correspondencia Casantsakis–Prevelakis (Casantsakis 1984) y el tercer tomo de la correspondencia (Αλληλογραφία) de Palamás (edición de C. Casinis, 1981).
  4. Durante la guerra civil española, Rosa Chacel pasó una temporada en Grecia, con Concha de Albornoz, en casa de Casantsakis; sobre las versiones de este último de poetas españoles de la época, véase Paleologos (2007).
  5. Sobre la traducción y recepción de la poesía de Cavafis en España véase Fernández González (1998 y 2001).
  6. Cernuda fue el primero que, desde el exilio, llamó la atención del público lector español sobre la obra de Cavafis en una entrevista publicada en 1959 por la revista madrileña Índice Literario (Cernuda 1971: 113; Fernández González 1998: 127 y 2001: 25–27). En cuanto a Aleixandre, la correspondencia conservada por Rafael León –editor del primer volumen de Cavafis en castellano (Veinticinco poemas, trad. de Elena Vidal y José Ángel Valente, Málaga, Caffarena & León, 1964)– atestigua el entusiasmo que el poeta español mostró por la edición de los poemas del alejandrino. Aleixandre ofició de intermediario –Valente vivía en Ginebra, y en los meses previos a la publicación de Veinticinco poemas pasó una temporada en Óxford–, alentó al editor en todo momento y calificó la obra de «honor de las prensas malagueñas».
  7. Escritor, traductor y editor, Sales publicó su versión en «El Club dels Novel·listes», colección creada por él mismo que contribuyó al resurgir de la narrativa catalana en los años de la posguerra y a la formación del canon catalán. No sabía griego ni ruso, por lo que tradujo a Casantsakis y a Dostoievski a partir de versiones en otras lenguas (véase Bacardí 1998).
  8. El propio Rubió lo justifica en el prólogo a su edición de Lukís Laras.
  9. En vida de Roídis, que fallece en 1904, la obra conoció seis ediciones griegas, dos traducciones inglesas, dos traducciones francesas, una en alemán y una en italiano (Jorge 2007: 273).
  10. El volumen está disponible en línea en el Catálogo Digital de la Biblioteca de la Universidad Aristóteles de Salónica.
  11. Mantenemos la transcripción de los nombres al castellano tal y como figuran en el libro.
  12. Esto queda ratificado, además, por una décima edición, revisada por Pau Sabaté, publicada en 2018 por el mismo sello editorial.
  13. Les fotografies (Barcelona, Aymá, 1973), en versión de Joan Oliver, y un año más tarde en castellano, Las fotografías, por Ramón Planas para el mismo sello.
  14. El monarca, traducido por José Ferrer Aleu para Plaza & Janés (1975) y Ediciones G. P. (1977).
  15. El forense, editado en 1982 y 1984 por Plaza & Janés en versión de Amalia Monasterio
  16. La vía francesa queda atestiguada en las dos interesantísimas entregas parisinas de Ramón Chao (1973 y 1974) sobre Mikis Ceodorakis, la música popular y la política griega en la revista Triunfo. Otros artículos y reportajes, de gran altura, publicados en los años 60 y 70 dan cuenta de interés de esta revista –y presumiblemente de sus lectores– por el acontecer griego.
  17. Hay que destacar, sin embargo, entre otras aportaciones hispanoamericanas de este periodo, la labor del mencionado Torres Córdova, que a la edición española de Camino privado suma dos ediciones mexicanas de textos ensayísticos (Antes que nada la poesía. Las muchachas, México, El Tucán de Virginia–Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1998 y Prosa. Seis ensayos, México, UNAM, 2001).
  18. Contábamos ya entonces con al menos dos selecciones hispanoamericanas: una de Buenos Aires por Losada en 1966 en versión de Lysandro Z. D. Galtier, y otra –traducción de Manuel Briceño Jáuregui– de Caracas por la Universidad Católica Andrés Bello en 1973.
  19. Es de justicia mencionar una vez más la actividad editorial del otro lado del Atlántico. En 2000, M. Castillo Didier se sumó al centenario de Seferis con una selección de su poesía (Mithistorima. Stratis el marino y otros poemas, Santiago, Stratis & Centro de Estudios Griegos de la Universidad de Chile).
  20. No incluida en nuestro estudio, centrado en las traducciones españolas de literatura griega moderna y contemporánea, es decir, la producida después de la caída de Constantinopla.
  21. Versiones castellanas de la obra de Vicenzo Cornaro a cargo de Manuel González Rincón (El sacrificio de Abraham, Sevilla, Labrys, 1998) y J. A. Moreno Jurado (Erotócrito, Madrid, Gredos, 2004).
  22. Cabe destacar en este campo –más allá de la recopilación de N. Politis de Canciones populares neogriegas (Universidad de Valladolid, 2001), a cargo de Román Bermejo– los trabajos de Eusebi Ayensa: Balades gregues (Lleida, Pagès, 1999), Baladas griegas (Madrid, CSIC, 2000) y Cancionero griego de frontera (CSIC, 2004).
  23. Excepto las dos odas («Ο φιλόπατρις» y «Ο Ωκεανός») traducidas por Ramón Irigoyen y publicadas por Cuadernos Hispanoamericanos en 1984. Contamos también con una edición completa de las Odas (Η Λύρα y Νέες Ωδές) del chileno M. Castillo Didier titulada Las odas griegas de Andreas Kalvos (Santiago de Chile, Centro de Estudios Bizantinos y Neohelénicos Fotios Malleros, 1988).
  24. Realizada por V. Fernández González, Leandro García Ramírez, María López Villalba y Ioanna Nicolaídu, en una cuidada edición a cargo de esta última; recibió el mismo año el Premio Nacional de Traducción de Grecia en la modalidad de mejor traducción de una obra griega a una lengua extranjera.
  25. En este último periodo, los Crímenes pitagóricos de Tefcros Mijailidis y Zigzag entre naranjos amargos, de Ersi Sotiropulu.
  26. La otra en versión de Antoni Góngora, curiosamente publicada, también en catalán, el mismo año (Palma de Mallorca, El Tall).
  27. Las traducciones colectivas pueden dividirse en repartidas, compartidas y grupales. Mientras que en la traducción repartida existe una persona que revisa y armoniza el resultado final (participe en el proceso de traducción o no), en la compartida, el proceso de revisión y homogeneización se lleva a cabo por parte de todo el equipo de traducción. Por otra parte, se considera traducción grupal aquella en que todos los miembros del equipo colaboran en la traducción de la totalidad de la obra (Paleologos & Pratsinis 2018: 437–438).
  28. Incluida la novela gráfica como ilustra el caso de Aivalí, de Soloúp, en traducción de María López Villalba y Marta Gámez (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2021).