Lorenzo Ruzicka

La traducción de literatura infantil y juvenil en los siglos XX y XXI

Lourdes Lorenzo & Veljka Ruzicka (Universidade de Vigo)

 

Introducción

En este trabajo trazaremos un breve recorrido histórico por la traducción de literatura infantil y juvenil (LIJ) en el siglo XX (y en las primeras dos décadas del siglo XXI) en España. Siguiendo una perspectiva cronológica, haremos un repaso de los principales libros y autores traducidos, así como de los traductores de LIJ más conocidos. Atenderemos también a cuestiones como: los premios internacionales y la traducción; la traducción de LIJ a otras lenguas del Estado; la entrada del formato audiovisual conviviendo con el formato tradicional en papel para contar historias; el fenómeno bestseller (especialmente de libros orientados para los más jóvenes); la retraducción de textos «clásicos»; y el intervencionismo de los mediadores, motivado básicamente por dos elementos clave de la LIJ: el doble receptor y la importancia de la imagen.

Hemos de reconocer, antes de nada, las aportaciones que han ofrecido panorámicas históricas de gran interés y en las que se fundamenta el presente estudio (Fernández López 1989 y 1996, Gómez Pato 2010, Dueñas Lorente 2015, Cámara Aguilera 2018).

 

La traducción de LIJ en el primer tercio del siglo XX

En España a principios del siglo XX las editoriales barcelonesas Sopena, Seix–Barral, Molino y Juventud continuaron con la publicación de LIJ traducida; al mismo tiempo, la madrileña editorial de Saturnino Calleja (precursora en el siglo XIX, al publicar en español los cuentos de Grimm, Andersen y Perrault) comienza a desarrollar un nuevo concepto de libro para la infancia, el libro ilustrado, gracias a las traducciones que llegaban desde Francia e Inglaterra y mantiene la filosofía de publicar libros que contengan valores educativos. Así, hacia 1912 publicó la primera traducción de Le avventure di Pinocchio (1882–1883) de Carlo Collodi como Aventuras de Pinocho. Historia de un muñeco de madera, con ilustraciones de Salvador Bartolozzi y versión de Rafael Calleja (hijo del fundador de la editorial), siguiendo una estrategia domesticadora que buscaba españolizar los referentes italianos (Benítez 1972; García Padrino 2002); las aventuras de la marioneta siguieron editándose durante todo el siglo XX y el XXI en múltiples adaptaciones y formatos, por ejemplo, la de María Teresa Dini en 1941 (Barcelona, Juventud) o la de Esther Benítez en 1972 (Madrid, Alianza), ambas con varias reediciones (García de Toro 2013). Tanto la LIJ como su traducción tenían una consideración de «baja literatura» o literatura de segunda, como demuestra el hecho de que en muchas colecciones de cuentos no aparecían sus autores y hasta el último tercio del siglo XX era práctica habitual que no apareciese tampoco el nombre de los traductores en las obras traducidas.

El escritor alemán Karl May fue uno de los primeros que conoció en España un éxito notable. Sus novelas juveniles de aventuras (más de 40, con títulos como Apaches y comanches, La cueva de las joyas, Halef el temerario o La estatua de Winnetou) fueron publicadas a partir de 1927 por las editoriales Gustavo Gili (Barcelona) y Molino. El género de aventuras se enriqueció posteriormente (en especial en el último tercio del siglo XX), gracias a la traducción de otros autores, como Emilio Salgari o Jack London. A finales de esta década (Barcelona, Juventud, 1928), llegó también a España Heidi, que había sido escrita en 1880 por Johanna Spyri. Y por estas mismas fechas (1932) entró James M. Barrie, curiosamente gracias a un libro pop up editado por Juventud que presentaba a los más pequeños la historia de Peter Pan; esta misma editorial publica luego en 1950 la traducción de la obra original con el título Peter Pan y Wendy: la historia del niño que no quiso crecer, que reeditó en 1961 y, a partir de 1965, ya con el título reducido Peter Pan y Wendy. A partir de ahí son numerosas las editoriales que publican sus propias traducciones o adaptaciones (Barcelona, Plancton, 1969; Barcelona, Bruguera, 1973; Madrid, Ediciones Recreativas, 1973; Madrid, Susaeta, 1974; Madrid, Vulcano, 1975; Madrid, Doncel, 1976; Barcelona, Beascoa, 1986), prácticamente saliendo una por año hasta las muy recientes, de 2021, de La Galera (Barcelona), adaptación infantil en catalán, y de Plutón (O Porriño), adaptación juvenil en español.

En la inmediata posguerra destaca la labor editora de Miquel Arimany (Barcelona), que publica en 1942 La batalla de la vida, de Charles Dickens. También se debe a Arimany la edición de la primera traducción española del siglo XX de una novela de Jules Verne, La isla misteriosa (1956), si bien las obras de Verne eran ya conocidas en España desde el siglo anterior. El mismo editor publicó tres años más tarde y en catalán Viatge al centre de la Terra (1959). A partir de aquí son ya numerosas las editoriales (Anaya, Espasa, La Muralla, Nájera o Susaeta en Madrid; Bruguera, Edebé, Planeta DeAgostini, Salvat o Sol 90 en Barcelona; Saldaña en Oiartzun) que publican adaptaciones de las obras de Verne para niños y jóvenes. Después de Agatha Christie, se considera a Verne el autor más traducido del mundo y precursor de la ciencia ficción. Como en muchos otros casos, el medio audiovisual garantizó su inmortalidad, con numerosas películas y series televisivas basadas en sus obras. Posiblemente Viaje al centro de la tierra (Voyage au centre de la Terre, 1864) fue el libro más veces editado ya que desde la traducción publicada por La Muralla en 1980 hasta el año 2021, el ISBN registra 191 documentos (ya sean traducciones o adaptaciones, tanto como obra individual o en colecciones de novela de aventuras). El estatus de los mediadores, así como la naturaleza de las traducciones ofrecen gran variedad, según las entradas del ISBN: etiquetas como «varios» o «equipo editorial» alternan con los nombres de algunos traductores como Miguel Jiménez, Mariano Arrazola, Mauro Armiño, M.ª Rosario Arocena y Alberto Laurent; al mismo tiempo, se hace referencia indistintamente a traducciones o adaptaciones (Lorenzo 2005). Merece la pena destacar también el hecho de que en los últimos años son muchas las casas editoras españolas que publican adaptaciones de las obras de Verne en lengua inglesa, probablemente como material escolar de apoyo a la enseñanza del inglés; por ejemplo, Zezabooks acaba de publicar Abandoned (2021) y Around the world in eighty days fue publicado por varias editoriales en años recientes (Maxtor, 2015; Vicens Vives, 2016 y 2020; Algar y Plutón, 2017; Zezabooks, 2021).

 

La traducción de LIJ de 1940 a 1970

La Guerra Civil detuvo los avances que acabamos de reseñar. Muchos autores e ilustradores deciden exiliarse, la LIJ (tanto los originales como las traducciones) se publica únicamente en lengua española y la censura planea sobre toda actividad editora.1 Se inicia, así, una etapa caracterizada por la religión, lo folclórico y el moralismo, que busca difundir la imagen de una España uniforme, católica y conservadora (Cendán 1986). Se pretendía que las lecturas para los niños fuesen edificantes e hiciesen de ellos personas virtuosas y amantes de la patria; no es de extrañar, por tanto, que en los primeros años de la dictadura triunfen revistas como Flechas y Pelayos y vidas de santos, y se prohíban las revistas de superhéroes, considerándolas perjudiciales para la educación religiosa de la juventud (Fernández Rodríguez 2005: 476). Al mismo tiempo, se veían con enorme recelo las obras que venían de fuera, de ahí que se registren pocas traducciones (y censuradas) en la década de los cuarenta, cincuenta y sesenta, destacando las de los libros de Guillermo el Travieso, de Richmal Crompton, que publica Molino y las de los libros del pequeño Nicolás, de René Goscinny e ilustraciones de Jean–Jacques Sempé, casi todos editados en los 60 por Alfaguara (aunque la primera edición de 1962 apareció en Argos Vergara), con una edición recopilatoria posterior en dos volúmenes de Doncel (1972). Goscinny, junto con Albert Uderzo como ilustrador, fueron especialmente reconocidos por la serie de cómics de Astérix, que comenzó a publicarse en España en la década de 1970; fueron varias las casas editoras que lanzaron las historietas del genial galo en las diferentes lenguas de España (Grijalbo, Bruguera y Salvat en Barcelona, Bruño en Madrid, Edicións Xerais en Vigo).

Pero volviendo a personajes rebeldes que cuestionan la autoridad de los adultos en mayor o menor grado como Guillermo o Nicolás, es muy posible que triunfen como válvula de escape a la represión de la España franquista, que veía con mejores ojos a personajes como Celia, de Elena Fortún, que ya acompañaba la niñez de muchas niñas españolas desde finales de los años 20. Aunque en sus primeras historias muestra signos de rebeldía y lucha por la educación de la mujer (acorde con los ideales republicanos de la Institución Libre de Enseñanza), con la llegada de la dictadura se resigna al papel de la mujer tradicional (rol de madre con sus hermanas y aceptación de una vida circunscrita al hogar). Los ideales femeninos de la época (mujer dedicada al cuidado del hogar, labores de caridad, sumisión a los progenitores y búsqueda de marido) se reflejan también en las traducciones de la obra de Louisa May Alcott, como la que edita en 1950 Molino con el título de Aquellas mujercitas… y en la que se ha españolizado el nombre de la autora (Luisa M. Alcott).

Hay que esperar hasta los años 60 para que, a través de las traducciones, entren nuevas figuras femeninas que salgan del molde impuesto por la dictadura. Así Mary Poppins (1934, Pamela L. Travers) llega a España en los años 60 gracias a editoriales como Molino o Juventud, ofreciendo la imagen de una mujer independiente que se rebelaba, de forma divertida, contra cualquier convencionalismo (Marosi 2020); la historia de la genial niñera sigue vigente en las traducciones publicadas por Alianza o Verbum (Madrid) en 2020. Al igual que Mary Poppins, Pippi Långstrump (1945), de Astrid Lindgren, también rompió moldes y asombró con sus travesuras y genialidades a la pacata sociedad española de los años 60, que conoció sus aventuras gracias a las traducciones que publicó la editorial Juventud y a la serie televisiva; las historias de Pippi todavía están de plena actualidad, como demuestran los libros publicados en 2021 por la editorial Kókinos, Pippi, la niña más fuerte del mundo y Pippi celebra una fiesta. Otra escritora sueca, Maria Gripe, ganó un espacio en la LIJ publicada en España a partir de mediados de la década de los 80 (El papá de noche, Los hijos del vidriero, Los escarabajos vuelan al atardecer, La hija del espantapájaros), aunque con obras realistas que abordan temas considerados por algunos duros para la infancia (alcoholismo, muerte, desempleo) pero que forman parte de la vida diaria y así, hay que aprender a vivir con ellos y superarlos.

Entre el público juvenil (especialmente femenino) se consumían con avidez los libros protagonizados por pandillas de amigos (los Cinco, los Siete Secretos o Torres de Malory, de Enid Blyton) o por jovencitas (Puck, de Lisbeth Werner, pseudónimo de los escritores daneses Knud Meister y Carlo Andersen).

Gianni Rodari fue, junto con Collodi, el escritor italiano de LIJ más conocido en España. Su apuesta por el poder de la imaginación como instrumento educativo de primer orden y su noción de «cuentos al revés», que permite desarrollar la imaginación de los niños, hacer que empaticen con más personajes y que vean otras perspectivas de la historia, influyeron posteriormente en escritores como Laurence Anholt (Little Red Riding Wolf (1999), editado en España por Altea en 2000 como El lobito caperucito o Lou Carter (There is no big bad wolf in this story, 2021), editado por Picarona en castellano, catalán, euskera y gallego). Jip en el televisor fue la primera obra para niños de Rodari publicada en España en 1964 por Lumen (Barcelona).

En la década de 1960 aparecen muchos libros traducidos que presentan historias de animales con comportamientos humanos pero alejados de las moralejas que presentaban las fábulas de Esopo o de La Fontaine. Así, la historia de Bambi, el cervatillo creado por Felix Salten en 1923 (Bambi. Eine Lebensgeschichte aus dem Walde), fue publicada por primera vez por la Editorial Cantábrica (Bilbao) en 1967. En este mismo año Plaza & Janés edita las aventuras del doctor Doolitle, de Hugh Lofting, que se siguen editando en los años 90 y en la primera década del siglo XXI por editoriales como Espasa, Mediasat Group (Madrid) y Planeta DeAgostini. También en esos momentos se conocen en español los libros de Rudyard Kipling, en especial El libro de la selva (The Jungle Book, 1894), que cuenta con numerosas traducciones y adaptaciones, y cuya popularidad debe mucho a la versión de Disney (1967). Otras obras suyas (Capitanes intrépidos, Kim, El pequeño elefante) llenas de aventuras inspiradas en los exóticos países en donde vivió o que visitó (India, Sudáfrica, Australia, Nueva Zelanda) fueron traducidas desde la década de 1970 a las distintas lenguas de España y cuentan con ediciones a cargo de numerosas editoriales (Edival en Valladolid; Alianza, Anaya, Espasa, Salvat, Verbum, Susaeta).

Otros libros de animales, pero en formato álbum ilustrado o libro–álbum para los más pequeños, entran en España de la mano de la editorial Aymá, que en 1965 publica varias historias del elefante Babar, publicadas por Jean de Brunhoff en la década de los 30, y que anticipan la época dorada de este formato, a finales del siglo XX y durante las dos primeras décadas del siglo XXI. En 1965 se publican títulos como El viaje de Babar, Babar y el cocodrilo, Babar y el Papa Noel; el último libro del que tenemos noticia es Els viatges d’en Babar (2021), publicado por la editorial Picarona. En 1973 Bruguera comenzó a editar varios títulos de las aventuras del osito Winnie (de Alan Alexander Milne): El osito Winnie Pu y el árbol de la miel o El osito Winnie Pu y la casita de Igore. Luego son muchas más las editoriales que editan adaptaciones, partiendo de la obra original o, más frecuentemente, con las ilustraciones de las adaptaciones de Disney (a partir de 1966): Anaya, Altea, Destino, Beascoa. Resulta curiosa la alternancia en el nombre dado al protagonista: El mundo de Puff (Anaya, 1989), Historias de Winny de Puh (Madrid, Valdemar, 2015), Winnie Pooh (Berriozar, Centro Literario, 2019), Winnie–the–Pooh (Cangas do Morrazo, Sushi Books, 2020).

También en esta misma década (1960–1970) se detecta un tímido resurgir de la LIJ catalana gracias al respaldo de los movimientos de renovación pedagógica, como la revista Cavall Fort, la editorial La Galera y las traducciones de los álbumes del Père Castor (Colomer 2010). Si bien son pequeños pasos y muy cautelosos, fueron abriendo camino para la LIJ escrita en (y traducida a) las lenguas de las diferentes comunidades, que irrumpirá en las dos últimas décadas del siglo XX.

 

La traducción de LIJ en el último tercio del siglo XX

El fin del régimen franquista trajo consigo un espíritu de apertura a todo lo que llega de fuera, de ahí que el último tercio del siglo se pueda considerar como el de mayor interés en cuanto a la traducción de LIJ se refiere por la cantidad de textos que se publican en esos momentos. Para traducir se seleccionan tanto clásicos de la LIJ como novedades y obras premiadas; a partir de la década de los 70 también se multiplican las traducciones de obras de LIJ al resto de las lenguas del estado. 2 En ocasiones los límites entre la LIJ y la de adultos son difusos, lo que ha llevado a algunas investigadoras (Cancelas y Ouviña 2008) a reclamar un lugar dentro de la primera para textos que muchos consideraban de adultos (por ejemplo, las obras de Agatha Christie).] A continuación presentamos una breve panorámica de los que podemos considerar autores canónicos traducidos, de los temas que han tratado o de los géneros en los que se pueden inscribir; luego haremos un breve apunte de algunos autores y autoras que adquirieron notoriedad por los premios recibidos; después, aludiremos al éxito de la traducción de LIJ a otras lenguas del estado español: y, por último, analizaremos la introducción del formato audiovisual para contar historias.

Continúan editándose las traducciones de libros de animales con características antropomórficas y así, a finales de los años 70, aparecen las primeras traducciones de The Wind in the Willows (Kenneth Grahame, 1908), que corren a cargo de las editoriales Alfredo Ortells (Paterna) y Edival. En la actualidad contamos con traducciones de esta obra en español, catalán, gallego y euskera. Y su última traducción (2021) es la edición electrónica para Kindle, obra de Rosa Poveda. Asimismo, a finales de la década de los 70 se vuelven a publicar varias historias de Heidi (Johanna Spyri, 1880), editadas por Ediciones Recreativas, Bruguera y Susaeta, aprovechando el enorme tirón de la serie anime japonesa Heidi, la niña de los Alpes (1974), que llegó a España en 1975. Tanto la obra de Grahame como la de Spyri reclaman una vuelta a la naturaleza, a una vida sencilla como opción frente a un mundo cada vez más industrializado y urbano.

Un poco más tarde, en la década de 1990 se editan los cuentos de animales de Beatrix Potter, con sus deliciosas ilustraciones. Aunque la mayor parte de su obra fue publicada en Inglaterra en la primera década del siglo XX, la escritora tuvo que esperar casi un siglo para llegar a España y fueron editoriales como Debate, Beascoa y Club Círculo de Lectores las que se ocuparon de publicar sus libros en español; en euskera sus cuentos los editó Desclée De Brouwer (Bilbao), en gallego Justice Publications y en catalán Debate y Juventud, de Barcelona. Muchos de ellos han salido al mercado en formato audiolibro en 2014 (Sonolibro Editorial). En esta misma década William Steig adquirió cierta fama con obras como La isla de Abel (Alfaguara, 1989) –aunque esta ya había sido publicada previamente, en 1977– o Doctor de Soto (Altea, 1991; Alfaguara, 1996), en traducción de María Puncel, y su personaje del ogro Shrek inspiró posteriormente la saga cinematográfica homónima de DreamWorks. La isla de Abel fue traducida por María Luisa Balseiro, que en 1977 recibió el Premio Nacional de Literatura Infantil en la modalidad de traducción por Dragón, dragón y otros cuentos, de John Gardner.

Pero si hay algo especialmente digno de mención en el panorama de la traducción de LIJ del último tercio del siglo XX es el éxito que tuvieron en España las obras de cuatro de los maestros del género fantástico: L. Frank Baum, J. R. R. Tolkien, Michael Ende y C. S. Lewis. Todos ellos tienen un precursor de lujo en E. T. A. Hoffmann, con su famoso cuento «El Cascanueces y el rey de los ratones» («Nussknacker und Mausekönig», 1816), incluido en el libro Los hermanos de San Serapión  que publicó Anaya en 1988.

The Wonderful Wizard of Oz (L. Frank Baum, 1900) fue traducida en múltiples ocasiones por diversas casas editoras (Fuente Dorada de Valladolid, Goya de Bilbao, RM, Vulcano, Plutón, Verbum, Anaya, El Paseo, Vicens Vives). La más reciente de la que tenemos noticia es la publicada en 2021 por Editorial Alma de Barcelona de El mago de Oz. Ha sido traducida asimismo a otras lenguas de España: al euskera (Oz–Ko Magoa, Donostia, Hordago, 1981), al catalán (El màgic d’Oz, La Galera, 1987), al gallego (O marabilloso mago de Oz, Vigo, Xerais, 1994) y al valenciano El mag d’Oz (2020).

Aunque la obra de J. R. R. Tolkien se dio a conocer en Inglaterra en 1937 con la publicación de The Hobbit, sus libros no triunfaron en España hasta la década de los 80 y Minotauro (Barcelona) y Planeta DeAgostini hicieron traducir sus relatos al español (El señor de los anillos, El hobbit, El Silmarillion, Historia de la Tierra Media, La caída de Númenor); con todo, la primera traducción al castellano de The Hobbit (por Teresa Sánchez Cuevas) ya había sido publicada en 1964 en Buenos Aires por Fabril Editora, con el título de El hobito. Sus libros más famosos (El señor de los anillos y El hobbit) también fueron vertidos al resto de las lenguas de España. Como en la mayoría de los casos cuando se evalúa la actividad traductora a las lenguas cooficiales con el español, son editoriales catalanas (Vicens Vives, La Magrana, Proa, Estrella Polar) las que más traducciones han publicado (32 títulos en catalán registrados en la base de datos del ISBN en 2021, frente a cinco en gallego y tres en euskera).

Otro de los grandes escritores del género fantástico que se dio a conocer en España en la década de los 80 fue Michael Ende: Momo (1973) y Die unendliche Geschichte (1979) fueron traducidas en numerosas ocasiones (las últimas traducciones del primer libro de las que tenemos noticia fueron al euskera y al español, publicadas en 2019 respectivamente por Zubia Editoriala y por Alfaguara, y al asturiano, publicada en 2021 por Ediciones Radagast; de igual modo, también encontramos la traducción al euskera del segundo libro, Istorio amaigabea, publicada en 2019 por la misma editorial). Pero fue Bruguera en 1980 la primera casa editora en darlo a conocer en España con Jim Boton y Lucas el maquinista.

La principal obra juvenil de C. S. Lewis, The Chronicles of Narnia, formada por siete libros publicados entre 1950 y 1956, atrajo la atención de las editoriales españolas, que comenzaron a publicarlos a finales de los años 80: El león, la bruja y el armario (Alfaguara, 1987, por Salustiano Masó), El príncipe Caspio (Alfaguara, 1989, por Miguel Martínez Lage) o El príncipe Caspian (Club Círculo Lectores, 2005, por Gemma Gallart). De nuevo es el cine el que le dio mayor popularidad entre los jóvenes con El león, la bruja y el armario (2005), El príncipe Caspian (2008) y La travesía del Viajero del Alba (2010). Lewis parece que se había inspirado para sus obras en otra escritora que tocó también el género fantástico, Edith Nesbit, quien llegó a España a finales de los años 80 (Los buscadores de tesoros, Los domadores de dragones).

La novela de aventuras en países exóticos que había entrado con fuerza a raíz de las traducciones de las obras de Kipling continúa con gran éxito de ventas. Entre los escritores del género destaca Emilio Salgari, con gran éxito en nuestro país a juzgar por los casi 700 títulos recogidos en la base de datos del ISBN español.3 Desde que la editorial Gahe (Madrid) publicó en 1961 las primeras historias de Salgari en español en una colección de novelas de aventuras hasta el año 2021, han aparecido en español casi todos sus libros (Sandokán, El capitán Tormenta, El león de Damasco, El corsario negro, Águilas de la estepa, Los pescadores de ballenas, Aventuras entre los Pieles Rojas) y algunos también en las otras lenguas de España: por ejemplo, Jaume Creus hace la traducción al catalán de Il corsaro nero (El corsari negre), publicada en 1978 por 7×7 Edicions y en 2000 por La Magrana. Por otra parte, en 2018 Destino edita Les aventures del corsari negre, en traducción de Xavier Solsona Brillas. Las editoriales Teide y La Galera editan Sandokan en 2009 y 2011, respectivamente; en 1980 Hordago publica en euskera Pirataren Andrea; en gallego O Corsario Negro ve la luz en 1989 gracias a Xerais. Probablemente la serie de televisión basada en las aventuras de Sandokán, de enorme éxito tanto en Italia como en España, potenció la atención prestada por las editoriales.

Otro de los grandes del género es Jack London y, al igual que en el caso de Salgari, la base de datos del ISBN registra cerca de 700 títulos desde 1970 (La llamada de la selva en Bruguera) a 2021 (Martin Eden, El hijo del lobo, Colmillo Blanco, La llamada de lo salvaje, El vagabundo de las estrellas, La peste escarlata, Cuentos de los Mares del Sur). Su obra más traducida en España es La llamada de la selva (con ese u otros títulos), cuya primera versión data de 1939, por Francisco R. Vadillo, publicada en Madrid por Marisal. De Colmillo blanco se hicieron también numerosas traducciones, tras la de Ramón D. Peres (Madrid, Molino, 1940).

El género detectivesco entró en España por una doble vía: libros protagonizados por jóvenes detectives y libros protagonizados por detectives adultos. El subgénero de los detectives infantiles fue inaugurado por el alemán Erich Kästner, conocido en España especialmente por Fabián (1984), un libro para adultos. Sin embargo, este autor ya era famoso en su país por títulos del género infantil como Puntito y Antón o El hombre pequeñito; su personaje más conocido fue Emilio, que llegó a España en 1931 (Emilio y los detectives) de la mano de la editorial Cénit (Madrid) y en traducción de Eloy Benítez. Se ha apuntado que las historias de Emilio influyeran en otra de las grandes escritoras juveniles, Enid Blyton, publicada por primera vez en 1967 por Plaza & Janés como autora de cuentos para niños (su personaje de Hilitos se ha difundido en la actualidad gracias a los dibujos animados de Noddy, nombre del personaje en inglés), es conocida en España como la escritora de series en donde un grupo de amigos resuelven un misterio (los Cinco, los Siete Secretos) y de series de internados (Torres de Malory, Santa Clara). Sin embargo, la reina indiscutible de la novela de misterio es Agatha Christie, considerada como una escritora «de frontera» (crossover literature) entre la literatura juvenil y la de adultos. Es considerada la escritora más traducida del mundo (solo superada por la Biblia y por Shakespeare). La primera traducción espñaola es La muerte de lord Edgware (Madrid, Molino, 1934) por José Mallorquí, a la que siguieron, en la misma editorial Tragedia en tres actos (1935) por el mismo traductor, Muerte en las nubes (1936) de A. Nadal y El misterio de la guía de ferrocarriles (1940), también por J. Mallorquí. En 1937, la editorial Letras (Zaragoza) publicó El asesinato de Rogelio Ackroyd, sin nombre del traductor. Fue publicada con frecuencia por la editorial Molino en su colección «Biblioteca de Oro», en la que abundaban las novelas de detectives y en la década de los 50 ya constituía la autora principal de su catálogo. Ha sido traducida y reeditada en numerosas ocasiones, en las diferentes lenguas oficiales, en versiones de, por ejemplo, Stella de Cal, Guillermo López Hipkiss, María Cameselle, Ángel Soler Crespo, Koro Navarro, Alberto Álvarez Lugrís, etc. Las traducciones de dos de sus novelas más célebres, Murder on the Orient Express (1934) y And Then There Were None (1939) han sido publicadas por numerosas editoriales (Altaya, Aguilar, Círculo de Lectores, Espasa, Molino, Planeta DeAgostini, RBA, El País).

Por otra parte. otro de los grandes del género detectivesco que atrajo la atención de los jóvenes fue Arthur Conan Doyle: A Study in Scarlet (1887), The Hound of the Baskervilles (1902) y The Lost World (1912) tuvieron amplia acogida en España desde que Amando Lázaro Ros tradujo al autor (Novelas históricas, Aguilar, 1960), con versiones no solo al español sino también al resto de lenguas del Estado (Ruzicka & Lorenzo 2003).

En el último tercio del siglo XX se observa en toda Europa una corriente realista en la LIJ. Así, se escriben historias reales, cotidianas, y se abordan problemas hasta el momento ausentes en la literatura para niños y jóvenes tales como la discriminación, el racismo, la complejidad de las relaciones personales, el erotismo o la liberación de la mujer. No obstante, el abordaje está exento de dramatismo y la óptica aplicada parte del humor o de la magia como válvula de escape y distensión. En esta tendencia se inscribe, por ejemplo, Christine Nöstlinger, la genial escritora austriaca que llegó a España a finales de los años 70; concretamente, en 1978 Interduc publica Ahora es otoño, El invierno, El verano, La primavera llega y Pepito. Luego despertó también el interés de Alfaguara (Ilse se ha ido, 1987), Ediciones SM (Diario secreto de Susi junto con Diario secreto de Paul, 1988), Planeta DeAgostini (El fantasma de la guardia o Anatol y Desirée, ambas de 1989) y Noguer (Los chicos del sótano mágico, 1989). Nöstlinger es también una de las escritoras de LIJ que ha sido más traducida al resto de lenguas de España (en 2021 el ISBN recoge 53 títulos en catalán, 16 en euskera, ocho en gallego, uno en asturiano y uno en valenciano). Otra escritora en lengua alemana, Gudrun Pausewang, también se puede enmarcar en el realismo (problemas del tercer mundo, peligros de la energía nuclear o de las ideas neofascistas, defensa del ecologismo) o en el realismo mágico (La sirena en la lata de sardinas). Todas estas autoras alteran, de alguna manera, el orden establecido (por ejemplo, en la obra que acabamos de mencionar, hay un carnicero que deja su oficio al apiadarse de una cerda, un vampiro vegetariano y un príncipe que rescata a un dragón), al igual que ya había hecho Gianni Rodari con anterioridad.

Pero si tenemos que nombrar al gran maestro del realismo mágico y de la subversión en la LIJ del último tercio del siglo XX, ese es Roald Dahl (Fernández López 1998). Las más de 330 entradas que recoge el ISBN de este autor dan buena prueba de ello: la historia de Matilda (1988), la precoz lectora que desafía las normas de unos progenitores perezosos y delincuentes, fue editada en español por Alfaguara, Santillana y Club Círculo de Lectores desde 1993 a 2016, en euskera por Desclée De Brouwer y Zubia en 1990 y 2004, respectivamente, en gallego por Alfaguara en 1993 y por Obradoiro en 2003 y en catalán por Empúries en 2009 (con ediciones posteriores en Estrella Polar). Las historias de Charlie fueron publicadas en español por diferentes editoriales y de ellas hay múltiples ediciones y reediciones: Charlie y la fábrica de chocolate (Charlie and the Chocolate Factory, 1964) fue editada por Fascículos Planeta (1983), Club Círculo de Lectores (1985, 1995), Salvat Editores (1987), Alfaguara (1993, 1995, 2001, 2002, 2004, 2007, 2011), Combel Editorial (2011) y Santillana (2016); Charlie y el gran ascensor de cristal (Charlie and the Great Glass Elevator, 1972) fue editada por Alfaguara (1994, 2002, 2004, 2005, 2011) y Santillana (2016); de las versiones catalanas se encargaron La Magrana (1991, 1995), Combel (2011) y RBA (2005, 2009), de las versiones en euskera lo hicieron Desclée De Brouwer (1989, 1992) y Zubia (2004) y de las versiones gallegas Edicións do Cumio (1989) y Xerais de Galicia (2011). También su reinterpretación cómica de cuentos de hadas en los versos de Revolting Rhymes (1982) tuvo una cálida acogida en las lenguas de España, con adaptaciones al español (Cuentos en verso para niños perversos, publicados por Altea en 1990, Alfaguara en 2008 y Santillana Educación en 2016), al catalán (Versos perversos, Empúries en 1986 y Grup Promotor en 2013) y al euskera (Errima errebeldeak, Zubia en 2001).

Un elemento decisivo a la hora de seleccionar obras de LIJ para su traducción son los premios internacionales, que ocupan un lugar destacado en ferias internacionales como la de Frankfurt o la de Bolonia. Así, Brujas, princesas y cosas así (titulada Heksen en zo en flamenco) de Annie M. G. Schmidt llega a España en 1990, publicada por Noguer después de que la autora hubiese recibido la Medalla Hans Christian Andersen dos años antes. Kaye Umansky es conocida en España principalmente por sus libros sobre Pongwiffy, una bruja cuyo aseo deja mucho que desear; esta comenzó a interesar a las editoriales tras obtener en 1993 el Premio Nottinghamshire. A Lois Lowry le otorgaron el Premio Newbery en dos ocasiones, en 1990 por Number the stars y en 1993 por The Giver; aunque ya antes empezaba a ser conocida por sus libros de la adolescente Anastasia Krupnik, los galardones obtenidos multiplicaron el éxito de las traducciones: ¿Quién cuenta las estrellas? (Madrid, Espasa–Calpe, 1990) por Juan Luque y El dador (León, Everest. 1996) por M.ª Luisa Balseiro. En 1997 Sigurd Pruetz recibió el Oldenburger Kinder– und Jugendbuchpreis, uno de los más prestigiosos premios de LIJ en Alemania, y en 2005 se publicó en gallego su obra juvenil Falsas impresións (A Coruña, Biblos) por Lara Rodríguez Barreiro.

 

El boom de la traducción de LIJ al resto de lenguas de España

Como hemos venido apuntando anteriormente, a partir de los años 70 (Domínguez 2008; Gómez Pato 2010) editores y académicos, libres ya de la censura, consideraron que la literatura traducida debía pasar a incrementar el conjunto de producción autóctona de las diferentes comunidades lingüísticas (muy necesario, al entrar las distintas lenguas de España en la enseñanza), puesto que servía de modelo dinamizador para nuevas obras y contribuía a movilizar los recursos de aquellas lenguas, como la gallega, en proceso de normalización. No olvidemos que la identidad de un pueblo se construye gracias a tres factores cohesivos –lengua, literatura y cultura– y la traducción forma parte intrínseca de este trinomio (Lorenzo 2001). Hay que destacar también el mecenazgo como elemento impulsor de las traducciones: los gobiernos de las distintas comunidades con lengua propia desarrollan una importante política de subvenciones a la traducción (y compromiso de compra de un tanto por ciento de la publicación) que anima a las editoriales a publicar LIJ traducida. Por último, hay que recordar que en la compra de derechos en ferias internacionales son muchas las editoriales que compran con la cláusula «para todas las lenguas de España» sin que el coste, con respecto a pagar los derechos solo para el español, se incremente considerablemente.

De este modo, se multiplican tanto las traducciones al resto de lenguas oficiales de España, así como las traducciones entre ellas entre sí. Con la llegada de la democracia se emprende una política activa de traducciones de los clásicos. Entre las obras traducidas a estas lenguas cooficiales pueden citarse: Der Struwwelpeter (Heinrich Hoffmann), Max und Moritz (Wilhelm Busch), A Study in Scarlet (A. Conan Doyle), The Wind in the Willows (K. Grahame), Le Petit Prince (Antoine de Saint–Exupéry), The Lord of the Rings y The Hobbit (J. R. R. Tolkien), Momo (M. Ende), Liebe Susi! Lieber Paul! (Ch. Nöstlinger), Die Seejungfrau in der Sardinenbüchse (G. Pausewang), Emil und die Detektive (E. Kästner), Der kleine Vampir (Angela Sommer–Bodenburg), The Giver (L. Lowry), los cuentos de los hermanos Grimm, los libros de Beatrix Potter y Roald Dahl, y la serie de Harry Potter. También se han traducido al aranés alguna obra de Carroll (Alícia en país des meravilhes), de Collodi (Pinocho), de Saint–Exupéry (Eth Petit Prince: damb es aquarèlles der autor) o de R. Dahl (Matilda). Finalmente, se registran datos de traducciones al valenciano de algunas obras de los hermanos Grimm (La bella dorment del bosc), Perrault (Caputxeta Roja, El gat amb botes), Collodi (Pinotxo), R. L. Stevenson (L’illa del tresor), Dickens (Conte de Nadal), Verne (La volta al món en 80 dies), Rudyard Kipling (El llibre de la selva), Saint–Exupéry (El príncep xiquet: amb les aquarelles de l’autor), J. London (La crida del bosc), Mark Twain (Les aventures de Tom Sawyer) o R. Dahl (Bestioles fatigoses: el cocodril enorme, El dit màgic). Merece ser destacada la enorme cantidad de obras traducidas a las lenguas de las comunidades autónomas de Agatha Christie (131 títulos en catalán, quince en euskera, diez en gallego y uno en valenciano según consulta de ISBN en 2021), probablemente porque las editoriales confían en su estatus de «escritora de frontera», que puede atraer por igual a jóvenes y a adultos. Existen, sin embargo, algunas ausencias notables; por ejemplo, E. Blyton no fue traducida al gallego, probablemente porque ninguna editorial vio rentabilidad en hacerlo, dado que fue profusamente traducida al español.

De la calidad de las traducciones a otras lenguas de España distintas al español dan fe los premios recibidos: Teresa Barro y Fernando Pérez Barreiro obtuvieron el Premio Nacional de Traducción en 1985 por Alicia no País das Marabillas (1984) y tres años más tarde, en 1988, lo obtuvo Antón Santamarina por la versión gallega de As aventuras de Pinocchio; además pasaron a engrosar la Lista de Honor del IBBY Xosé García Álvarez por A bolsa amarela (de Lygia Bojunga Nunes) en 1994 y Alberto Avendaño por As aventuras de Arthur Gordon Pym (de Edgar A. Poe) en 1999 (Lorenzo 2006–2007). En 1988 también fue Premio Nacional la traducción catalana de Miquel Desclot de Revolting Rhymes (R. Dahl, 1982), que publicó con el título de Versos perversos. En 2019 Joana Pochelu y Aiora Jaka obtuvieron el premio Vitoria–Gasteiz por la traducción al euskera del álbum de Clotilde Perrin À l’intérieur des méchants (2018), editado con el título de Gaiztoak, y en 2020 Patxi Zubizarreta recibió el mismo premio por su traducción del álbum de Alexandra Garibal Plein plein plein d’animaux (2019), titulada Animalia asko pila bila (2019).

Por otra parte, libros escritos en alguna de las lenguas de España fueron traducidos a las demás; por ejemplo: Ardo ta ogi Martxelin, versión al euskera del original español (Marcelino pan y vino de J. M.ª Sánchez–Silva); Manolito Catrollos, traducción al gallego del original español (Manolito Gafotas de Elvira Lindo); Tempus Fugit. Els lladres d’ànimes, traducción al catalán del original español (Tempus Fugit. Ladrones de almas de Javier Ruescas); Com és de rica la mar?, ¿Cómo es de rico el mar? y Goazen: sardiñetara!, traducciones al catalán, español y euskera, respectivamente, del original gallego (Polo mar van as sardiñas de Xohana Torres).

En los años 80 y 90 se produjo un fenómeno curioso en muchas editoriales que traducían para español y el resto de lenguas del Estado: era práctica habitual que se lanzasen antes (cuestión de meses) las traducciones a las lenguas cooficiales que al español, con el propósito así de aumentar las ventas de las primeras, «forzando» a los lectores que deseaban leer las obras a comprarlas en catalán, gallego o euskera.

En definitiva, la traducción de LIJ en el último tercio del siglo XX experimentó un auge notable. Las obras traducidas sirvieron de inspiración a muchos autores españoles, al tiempo que pasaron a incrementar el acervo de la LIJ vendida en España, un campo que genera buena parte de los ingresos del mercado editorial (no olvidemos el papel que tienen las lecturas obligatorias exigidas en los distintos niveles educativos a la hora de mantener su vitalidad).

 

La traducción de LIJ en los albores del siglo XXI

Las historias que otrora presentaba la LIJ comienzan a ser contadas en películas y series; el poder de la imagen en movimiento y su atractivo hacen que se adapten numerosos libros. Disney se convierte en el gran catalizador de las obras de LIJ, a las que se suman otras historias para la infancia y la juventud creadas por guionistas y exclusivas para el formato audiovisual. Así se adaptan Blancanieves, Pinocho, La Sirenita, Bambi, Alicia en el País de las Maravillas, El libro de la selva, El mago de Oz, El señor de los anillos, Matilda, Charlie y la fábrica de chocolate, Harry Potter, Crepúsculo, Corazón de tinta) y se escriben guiones pensando en este tipo de público (El rey León, Toy Story, Antz, Vecinos invasores, La novia cadáver, La edad de hielo, Inside Out, Brave, Vaiana, Frozen, Coco). Las empresas audiovisuales han visto con claridad el gran potencial de este formato y también se han atrevido con adaptaciones infanto–juveniles de clásicos para adultos; por ejemplo, Donkey Xote supone una recreación en clave humorística de Don Quijote dirigida a un doble receptor adulto/niño, ya que ofrece una doble vía apelativa para interesar a ambos públicos.

Para el público juvenil aparecen sagas basadas en libros que tienen un éxito rotundo: Crepúsculo (basada en los libros de Stephenie Meyer), Los juegos del hambre (en los de Suzanne Collins) o Cazadores de sombras (en los de Cassandra Clare); son historias en las que los adolescentes, en un viaje iniciático, entran en un mundo adulto de fantasía o de ciencia–ficción en donde las relaciones amorosas y de amistad pueblan gran parte de la trama. En el futuro serán necesarios estudios de estas adaptaciones y de los libros de las que han partido para concluir si estamos ante obras de calidad o productos de consumo rápido que apelan a un público adolescente poco exigente.

Las dos primeras décadas del siglo XXI han servido para mantener ciertas tendencias en lo que a traducción de LIJ se refiere y también para abrir nuevos caminos. Por un lado, se continúa ofreciendo al niño traducciones de obras que lo enfrentan a la realidad, de tal modo que entran temas como el holocausto nazi, la muerte, la vejez, lo escatológico, la enfermedad, la discapacidad, el divorcio, la homosexualidad y las distintas formas de familia. Al mismo tiempo se siguen publicando nuevas traducciones de los clásicos e irrumpen con fuerza personajes (Harry Potter) y sagas que se convierten en superventas y multiplican su éxito gracias al cine. Finalmente, se buscan nuevos públicos (adaptaciones de los clásicos para niños muy pequeños o para niños con discapacidad) y se lanzan nuevos formatos (versiones para Kindle, libros digitales o interactivos) y textos derivados (juegos educativos basados en LIJ, etc.).

A comienzos del siglo XXI continúan las líneas de publicación de LIJ (y su traducción) que tienen que ver con temas otrora vetados a los infantes (muerte, divorcio, bullying) pero que fueron entrando paulatinamente en España en el último tercio del siglo XX a través de traducciones. Estos temas se presentan de una forma realista, a veces delicadamente, como ocurre con El pato y la muerte (2007), de Wolf Erlbruch; La abuela durmiente (2015), de Roberto Parmeggiani; Soy la muerte (2017), de Elisabeth Helland Larsen; Lili entre dos nidos (2018), de Jonna Lund Sørensen, o La niña silencio (2012), de Cécile Roumiguière y Benjamin Lacombe; y a veces recurriendo al humor, como en Estirar la pata (1996), de Babette Cole o ¿Cuándo se irán estos? (2011), de Ute Krause. También cuestiones escatológicas se ofrecen al niño de forma divertida, como en A toupiña que quería saber quen lle fixera aquilo na cabeza, de Werner Holzwarth (Pontevedra, Kalandraka, 1998) o en Las princesas también se tiran pedos, de Ilan Brenman (Algar, 2018).

La primera década del siglo XXI la preside en la LIJ (y en sus traducciones) la serie de Harry Potter (J. K. Rowling), cuyo primer libro (Harry Potter y la piedra filosofal) llegó a España en 1999 y desde esa fecha hasta 2008 se editaron las traducciones al español de toda la serie. Tras su estela entraron en España varias sagas relacionadas con la magia y criaturas fantásticas (vampiros, hombres lobo): Tintenherz / Corazón de tinta (Cornelia Funke, 2003), Twilight / Crepúsculo (Stephenie Meyer, 2005). Todos estos libros son considerados «literatura de frontera» y la propia editorial Bloomsbury que publicó la saga de Harry Potter, consciente de su atractivo tanto para niños y jóvenes como para adultos, lanzó ediciones para unos y otros, con el mismo contenido pero con diferentes portadas (Shi 2019).

En las primeras dos décadas del siglo XXI conocen un éxito sin precedentes las sagas para adolescentes o jóvenes ambientadas en mundos fantásticos, a veces futuristas, a veces inspirados en un pasado medieval idealizado y con grandes dosis de acción, magia, misterio y romance; en ellas los jóvenes reafirman su propia identidad y sus valores alineándose con los héroes y las heroínas en contra de la sociedad opresiva que los rodea. Sus referentes más claros son las sagas de la Tierra Media de. Tolkien y la sociedad totalitarista que describe George Orwell en 1984.

Así, Stephenie Meyer escribe una saga poblada de criaturas mitológicas (vampiros, hombres lobo) que interactúan con humanos (Crepúsculo, 2005; Luna Nueva, 2006; Amanecer, 2008; Sol de medianoche, 2020). Suzanne Collins recrea en Los juegos del hambre (2009) una distopía futurista en donde los protagonistas deben luchar por su vida en un mundo postapocalíptico. Veronica Roth publica la trilogía Divergente (2011, 2012, 2013), en donde retrata una sociedad aparentemente perfecta pero violenta, opresiva y que elimina el libre albedrío. Marissa Meyer, en su saga Cinder. Las crónicas lunares (2012), retoma cuentos clásicos de hadas como punto de partida para crear un mundo asolado por la peste y poblado por ciborgs. Richard Ford es el autor de la saga Steelhaven, que comprende dos títulos, El heraldo de la tormenta (2014) y La corona rota (2015); se trata de una fantasía épica medieval con gran peso del componente mágico. Sara Raasch dibuja todo un universo fantástico dividido en reinos y liderado por heroínas y guerreras en una saga compuesta por tres títulos: Nieve como cenizas (2016), Hielo como fuego (2017) y Escarcha como noche (2017).

El éxito de estos libros es incontestable y de ellos se han vendido, en distintas lenguas, millones de copias. Sin embargo, también han sido objeto de numerosas críticas; por una parte, las protagonistas femeninas, aunque presentadas como mujeres valientes y luchadoras, suelen acabar acatando la autoridad masculina o siendo emocionalmente dependientes de un hombre que las protege, replicando de este modo modelos que se creían superados; por otra, la violencia es, en muchos casos, excesiva y divide de forma muy simple el mundo en buenos y malos.

Junto a la magia y a lo fantástico y, de algún modo, como contrapunto, la LIJ traducida del Holocausto continúa publicándose en las primeras dos décadas del nuevo siglo. Así, desde la primera traducción al español de los libros–diario de Ana Frank, Las habitaciones de atrás (Barcelona, Garbo, 1955), por Mª. Isabel Iglesias, luego adaptados con frecuencia para distintas edades, y desde la publicación de Cuando Hitler robó el conejo rosa de Judith Kerr (Madrid, Alfaguara, 1978), por M.ª L. Balseiro y sus sucesivas reediciones (la última hasta el momento, de Santillana, en 2016), llegaron en el siglo XXI: He vivido tan poco: diario de Eva Heyman (Barcelona, Nuevos Emprendimientos Editoriales, 2016, por Mihály Dés y con versión catalana por Aurora Ballester) y El diario de Helga. Testimonio de una niña en un campo de concentración de Helga Weiss (Madrid, Sexto Piso, 2013, por Kepa Uharte) o La historia de Erika de Ruth Vander Zee (Kalandraka, 2005), por Pilar Martínez y Xosé M. González, con versión gallega de este último, y libros para los más pequeños como El niño estrella (Zaragoza, Edelvives, 2003), de Rachel Hausfater–Douïeb e ilustrado por Olivier Latyk o best sellers como El niño con el pijama de rayas de John Boyne (Barcelona, Salamandra, 2007) por G. Rovira.

También el nuevo siglo trajo consigo la eliminación de tabúes en este campo y son muchos los ejemplos de libros editados en España y traducciones que intentan ofrecer una literatura abierta, sin estereotipos de género, basada en el respeto y la diversidad. Proyectos como G–Book 1, Gender Identity: Child Readers and Library Collections o el vigente G–Book 2 (centrado en la etapa preadolescente) dan buena prueba de ello. Así, se traducen títulos como Ahora me llamo Luisa de Jessica Walton (Alzira, Algar, 2017) o Mi sombra es rosa de Scott Stuart (Barcelona, Beascoa, 2021), que cuestiona el patrón heteronormativo, o Malena Ballena por Davide Cali (Barcelona, Planeta DeAgostini, 2015, por Juan Gabriel López Guix), que fomenta la autoestima y deja atrás los complejos. Dentro de esta línea temática cabe resaltar la gran cantidad de libros que presentan a grandes figuras femeninas de la historia, por ejemplo, la colección Pequeña&Grande, de Alba Editorial, o el libro Grandes mujeres que cambiaron el mundo de Kate Pankhurst (Madrid, Anaya, 2018, por Adolfo Muñoz).

La gran mayoría de obras y autores que fueron traducidos a lo largo del siglo XX se continúan reeditando en las dos primeras décadas del siglo XXI, con frecuencia aprovechando aniversarios (de fecha de publicación de la obra o de nacimiento o muerte de un autor). Por ejemplo, Blackie Books saca en 2012 una nueva edición de Pippi Calzaslargas traducida por Blanca Ríos y Eulalia Boada, homenajeando así a su autora, Astrid Lindgren, en el décimo aniversario de su muerte. De igual modo, Penguin Clásicos y Akal publicaron en 2018 sendas ediciones de Mujercitas, conmemorando el 130 aniversario del fallecimiento de su autora, Louisa May Alcott.

Este regreso de los clásicos podría tener varias causas: por una parte, aunque en general la traducción de LIJ no se considera una actividad de prestigio, cuando se trata de traducir obras clásicas sí se aprecia una mejor consideración del traductor; por otra parte, las nuevas traducciones pretenden dejar atrás cualquier censura posible existente en las traducciones realizadas en el siglo XX; al mismo tiempo, traducir a los clásicos tiene un componente innegable de rentabilidad puesto que en la mayor parte de los casos ya no hay que pagar derechos de autor. Finalmente, cuestiones ideológicas o de corrección política pueden explicar estas nuevas ediciones: por ejemplo, Ana Isabel Sánchez, la traductora del libro de Lucy Maud Montgomery (Anne of Green Gables, 1908), indica que la editorial RBA Molino le pidió una nueva traducción que simplificase el estilo (pensando en niños de entre diez y doce años), modernizase el vocabulario y suavizase el lenguaje y los comportamientos machistas, xenófobos y violentos (Sánchez 2019).

 

Últimas tendencias. LIJ (y traducción de LIJ) 2.0: el futuro (o parte de él)

Recientemente se observa una búsqueda incesante de nuevos públicos y nuevos formatos. Por ejemplo, Estrella Polar publica en 2013 la traducción catalana de Matilda (de R. Dahl) con versión para Kindle; Base (Barcelona) publica en 2016 Berenice i altres contes orientals, dando así cabida a E. A. Poe en su colección de clásicos juveniles; Alma (2020 y 2021) adapta clásicos como Moby Dick, Drácula, Mujercitas u Orgullo y prejuicio para niños de hasta cinco años.

También se publican «textos derivados»: Alma edita juegos de lógica e ingenio inspirados en las historias de Sherlock Holmes y Santillana Educación saca en 2018 El maravilloso cuaderno de actividades y pegatinas de Matilda y en 2019 Cómo ser un genio con Matilda, que incluye trucos para que los niños desarrollen su inteligencia y creatividad.

El formato álbum continúa viviendo una época dorada iniciada ya a finales del siglo XX, como es esperable en un mundo presidido por la imagen y con un desarrollo enorme en las técnicas de edición e impresión (libros interactivos con diseño acordeón, «láminas mágicas», sonido). Kalandraka tuvo un papel muy destacado en la publicación de álbumes ilustrados, publicando en las distintas lenguas de España a autores como el polaco Michael Grejniec (¿A qué sabe la luna?, 1994), el francés Christian Voltz (¿Todavía nada?, 2003) o la alemana Daniela Kulot (historias de Cocodrilo y Jirafa, entre otros títulos) y varias adaptaciones de cuentos populares (Andersen, los hermanos Grimm, cuentos populares rusos, sefardíes y africanos, etc.). También es pionera en publicación de ediciones bilingües para niños (El nacimiento del dragón, de Wang Fei, editada en español y chino mandarín).

Por otra parte, en los últimos años se observa un interés creciente por atender a la diversidad y ofrecer adaptaciones pensando en un público con discapacidad. Aparecen adaptaciones en pictogramas (por ejemplo, ¿A qué sabe la luna?, de Grejniec, en la edición de Kalandraka en 1999), que facilitan el seguimiento de las historias a niños con autismo. Las dificultades lectoras también son atendidas a partir de adaptaciones en Lectura Fácil, como las que editan La Mar de Fácil, Adapta Editorial, SM o Galaxia (por ejemplo, los cuentos de los hermanos Grimm, publicados en lectura fácil por ING Edicions). Algunos de sus títulos se publican en las diferentes lenguas de España (El principito, El petit príncep, O principiño, Printze txiquia; 20.000 leguas baixo dos mares). En 2015 La Topera sacó una adaptación de El soldadito de plomo de Andersen únicamente con ilustraciones, pensando en personas con dificultades de lectoescritura; el libro fue elegido entre los 50 mejores álbumes ilustrados del mundo para personas con discapacidad por la IBBY (Organización Internacional del Libro Infantil y Juvenil).

En el momento actual asistimos a un desarrollo tecnológico sin precedentes que también se aplica a la LIJ y a su traducción y que parece va a marcar el camino futuro: libros digitales, libros interactivos (como la colección «El Dragón Simón»), juegos de rol (como MERP Middle–earth Role Playing, de La Factoría de Ideas, basado en El señor de los anillos), realidad aumentada (versiones del Principito y de Alicia), aplicaciones para tabletas y smartphones, todo ello conviviendo con el papel para presentar historias a niños y jóvenes. Por otra parte, internet, los foros, las redes sociales, los blogs especializados en LIJ (Anatarambana, Animalec, aPALABRAzos), vídeoblogs y booktráilers (así, los que prepara Javier Ruescas para sus libros en Youtube) constituyen un espacio de encuentro entre autores, lectores, traductores, editores, booktubers, bibliotubers y asociaciones especializadas en la LIJ y en su traducción, que pueden compartir información, difundir obras, promover traducciones, modificar las tramas según los gustos de los lectores (como ocurrió con la saga Skeleton Creek o la serie Odio el rosa) o conectar palabras y música (en La sonrisa de los peces de piedra, de Rosa Huertas, aparece un link a Spotify en donde se puede escuchar la música a la que se van refiriendo en la historia). Así, muchos libros escapan al control de sus creadores y permiten que sean los propios lectores los que continúen la historia (fanfiction), que además puede tomar cuerpo en múltiples formatos (cómic, videojuego, serie de animación); es lo que se conoce como la narrativa transmedia y a los que transitan por estos distintos formatos como «translectores» (Observatorio de la Lectura y el Libro, 2017).

La LIJ (y la traducción de LIJ) 2.0 es ya una nueva realidad (Rovira Collado 2014) que ha venido para convivir con la literatura en papel y las adaptaciones audiovisuales unidireccionales (autores/traductores hacia receptores). Su potencial a la hora de interactuar con los receptores es muy alto y constituye una vía muy importante para atraer al público infantil y juvenil. En nuestras manos está saber sacarle el mayor provecho y evaluarla críticamente para que el atractivo tecnológico no oculte su calidad.

 

Quién traduce LIJ en España

Intentar, en un espacio reducido, recoger la nómina de traductores y traductoras de LIJ en nuestro país es tarea imposible. Nos limitaremos a presentar una pequeña muestra partiendo de los que han obtenido reconocimiento en los Premios Nacionales de Literatura Infantil y Juvenil a la Mejor Labor de Traducción.

Manuel Olasagasti fue quien introdujo en España a muchos autores del ámbito alemán (Cuentos, de Herman Hesse; Las aventuras de Vania el Forzudo, de Otfried Preussler; La nariz de Moritz, de Mira Lobe). También fueron muchos los escritores de LIJ en lengua alemana que entraron gracias a la labor de otro traductor, Miguel Sáenz, y destaca, dentro del campo de la LIJ, su traducción de La historia interminable, de M. Ende, por la que recibió el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil a la Mejor Labor de Traducción en 1983. La LIJ rusa entró en España principalmente de la mano de Isabel Vicente Esteban, que tradujo, entre otros, a Aleksandr Nikolaevich Afanas’ev (La princesa hechizada y otros cuentos, La bruja Yagá y otros cuentos, El anillo mágico y otros cuentos). María Jesús Ampudia fue Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil a la Mejor Labor de Traducción en 1981 por Tomás Espantapájaros, de Otfried Preussler; fue ella también la que vertió al español gran parte de la obra de Ch. Nöstlinger (Konrad o el niño que salió de una lata de conservas, Rosalinde tiene ideas en la cabeza o Me importa un comino el rey Pepino).

Jesús Ballaz Zabalza fue un prolífico traductor de obras de LIJ, especialmente entre las distintas lenguas de España y desde el italiano (¡Qué problema, este problema! y La vuelta al mundo en 28 e–mails, de Stefano Bordiglioni). María Luisa Balseiro es una destacada traductora, también de obras de LIJ; en 1978 recibió el Premio Nacional de Literatura Infantil en la modalidad de traducción por Dragón, dragón y otros cuentos (John Gardner) y en 1980 entró a formar parte de la Lista de Honor del IBBY, por su versión de La isla de Abel, de William Steig; tradujo también otras obras de LIJ como Cuando Hitler robó el conejo rosa (Judith Kerr), El dador (Lois Lowry) o Asmir no quiere pistolas (Christobel Mattingley). Salustiano Masó vertió al español a clásicos de la LIJ inglesa como C. S. Lewis (El león, la bruja y el armario), Kenneth Grahame (El viento en los sauces) o Washington Irving (La leyenda de Sleepy Hollow). Luis Alberto de Cuenca tradujo varios cuentos de los hermanos Grimm y de Ch. Perrault, entre otras obras de LIJ.

En la traducción a las demás lenguas de España, destacan Teresa Barro y Fernando Pérez–Barreiro, que fueron Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil a la Mejor Labor de Traducción en 1985 por Alicia no País das Marabillas (Lewis Carroll); Teresa Barro también vertió al gallego los cuentos de Andersen. Pero el máximo exponente de la traducción de LIJ al gallego fue Valentín Arias, que vertió distintos cuentos de los hermanos Grimm y de Perrault, las historias de Tintín (de Hergé), varias novelas de Verne y muchos otros clásicos como Oscar Wilde (A pantasma de Canterville), Daniel Defoe (Robinson Crusoe) o Gianni Rodari (Contos ó teléfono). Varias obras de LIJ fueron traducidas al catalán por Miquel Desclot, entre ellas La volta al món en 80 dies (J. Verne) o los Versos perversos (R. Dahl), por la que obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil a la Mejor Labor de Traducción en 1988.

No es casual que Riitta Oittinen titulara su artículo «No innocent Act: On the Ethics of Translating for Children» (2006). Traducir LIJ es especialmente difícil por muchas cuestiones pero, en especial, porque en la gran mayoría de los casos supone traducir para un doble receptor: niños y adultos son receptores potenciales de los textos y tienen necesidades y expectativas diferentes. Además, muchas obras de LIJ, especialmente aquellas escritas en primer lugar para los más pequeños (y todas las adaptaciones audiovisuales), otorgan un peso específico grande a las imágenes, que condicionan en mayor o menor medida las decisiones de traducción. Con estos dos elementos en mente (el doble receptor y la imagen) los mediadores se mueven en un contínuum de estrategias que van desde la extranjerización absoluta (difícil de aplicar en los textos de LIJ si pensamos en el receptor niño) a la máxima domesticación (estrategia especialmente usada cuando, con las traducciones, se pretende revalorizar la cultura receptora en casos de lenguas minoritarias/minorizadas. Así por ejemplo, la traducción al gallego de The Magic Finger (O dedo máxico) de Dahl podría pasar por una obra de autoría gallega, puesto que no hay ni un solo elemento que apunte a un origen extranjero, ni los nombres de los personajes, todos galleguizados; únicamente la grafía de la dedicatoria («A Ophelia») y el propio nombre del autor de la obra en portada desvelan que estamos ante una traducción. También la censura, tan típica en la traducción de LIJ durante la época franquista y habitual en la actualidad en otros contextos geográficos, supone otra forma de intervencionismo o manipulación (Hermans 1985).

 

Bibliografía

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  1. Sobre esta cuestión, véase en esta misma obra el capítulo de Purificación Meseguer, «Traducción y censura en la época franquista».
  2. En realidad, gran parte de las obras de estos autores se consideran hoy de doble receptor porque han sido leídas tanto por niños y jóvenes como por adultos (algunas en versiones adaptadas).
  3.  Cuando hablamos de títulos en el ISBN nos referimos a cada entrada allí registrada. Es decir, puede tratarse de la misma traducción o adaptación reeditada por la misma editorial en distintos años o la misma obra publicada por distintas editoriales.